España entera ha de pedir pedir disculpas a la señora Dolores Vázquez, que pasó por el calvario de 17 meses de cárcel, condenada por el asesinato de Rocío Wanninkhof, que no cometió.

Se equivocó la Guardia Civil, que creyó haber prestado un brillante servicio con su investigación, que los hechos posteriores del 2003 demostraron que había sido una chapuza. Se equivocó el juez instructor del sumario al ordenar que la presunta culpable ingresara en prisión preventiva. Se equivocó también la ciudadanía vociferante que en la puerta del juzgado insultaba y clamaba venganza cada vez que la acusada era conducida a las dependencias de la justicia.

Se equivocaron casi todos los medios de comunicación que se dedicaron a echar más leña al fuego, en vez de contribuir a serenar los ánimos.

Se equivocó el fiscal, que a última hora elevó su petición hasta 15 años de cárcel al considerar que en el caso contra la detenida había circunstancias agravantes. Se equivocaron siete de los nueve jurados, al dar el veredicto de culpable contra la acusada, y se equivocó el juez que la condenó.

Sólo acertaron dos miembros del jurado y los magistrados del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que hace un año y medio anularon el juicio y ordenaron que se repitiera. Cuando tanta gente se equivoca en un tema tan delicado como es mandar a una persona inocente a que se pudra en la cárcel, es que algo grave está pasando. Debería reflexionarlo el señor Aznar, que no estaría mal que también pidiera disculpas, pues de él depende la Guardia Civil. España va bien, pero en el país ocurren unas cosas tremendas.