Hace mucho tiempo, estos bestias criminales llamados ETA, acorralados, pidieron tregua al gobierno, aunque parece broma, eran tan buenos, la concedieron, cuando su deber y obligación era rematarlos, hubiera sido su fin, pero no, una vez recuperados continuaron con su cometido, matar.

Ahora es diferente, no hay fuego, pero cuidado, soterradas quedan gran cantidad de brasas vivas, las manifestaciones a favor de los etarras y la agresividad a la guardia civil lo confirma.

Igual en el procés, hay mucho aparente patriota, pero de opinión cambiante, no así los de sentimientos profundos hacia su causa, no están soterrados, hacen como los juncos ante un vendaval, ceden, se doblan, para erguirse de nuevo una vez pasado, con sus sólidos ideales intactos. Este vivero juncal, si no se tiene cuidado con el abono y trato con productos que suavicen asperezas, será un volcán dormido.

Absurdo, humillante para España, estar sometidos a las reglas alemanas, por su punto de vista sobre el conflicto visto a distancia; en su casa, los primeros dislates, saltarse las leyes, quemar la bandera nacional y desacreditar la nación en el extranjero, ya estarían todos enjaulados, no haría ni falta el agravante de tumultos, agresión a la policía, cortar con fuego carreteras durante días etcétera.

ETA fue perdiendo simpatizantes a medida que aumentaban los crímenes.

Puigdemont, al comprender que solo los lelos no ven que lucha por su propio interés.