Todos los años, el Gran Premio de Motociclismo, que tiene lugar en Jerez de la Frontera, extiende su apoteosis más allá del circuito: las ciudades extremeñas son ejemplo de ello y durante la tarde del día de la carrera miles de personas salen a las afueras para ver pasar a centenares de motos. Nada de particular si el espectáculo consistiera en eso, en ver pasar a los que vienen de disfrutar del campeonato. Ocurre, sin embargo, que algunos interpretan la expectación como una ocasión para exhibir sus habilidades moteras y la carretera se convierte en una pasarela para hacer "el más difícil todavía", poniendo en peligro la seguridad del tráfico.