TEtn España tenemos excelentes imitadores. Son tan buenos que muchas veces sus imitaciones superan a los modelos reales. Imitar es para el ser humano algo imprescindible. Se puede decir que vivimos gracias a la imitación pues aprendemos a hablar imitando, a caminar, a estar en sociedad según los cánones del momento, a vestirnos o a pensar. Pero una cosa es imitar y otra es pasarse.

Leo un titular de prensa: El Espíritu Santo elegirá la nueva directiva de la asociación de vecinos . ¡Hombre, por Dios! Nos tiramos años sin darle trabajo al Espíritu Santo y ahora, por si no tuviera bastante con el Cónclave, le metemos un buen tute. Si la asociación de vecinos cacereña quiere renovar a su junta directiva no necesita apelar a tan espiritual ayuda. En Cáceres hay personas humanas, físicas y tangibles que pueden prestar asesoramiento vecinal. Y no hace falta imitar a Roma en materia de elecciones. La imitación es el mayor peligro para nuestra flamante sociedad de la imaginación. Mi vecino (que este mes me cobrará algo por lo que le meneo en la columna) me vino el otro día con unos planos que había decidido presentar a los Príncipes de Asturias en Mérida: "Es el retrete compartido. Un retrete con dos tazas para que en esa tarea podamos estar acompañados. Ideal para el estreñimiento porque siempre viene bien alguien que esté a tu lado dándote ánimos, que te vitoree cuando transites. Y muy aconsejable para compartir muchos minutos de soledad". Mi vecino anda flojo de imaginación y, claro, copia lo que puede. Le digo que ese invento está ya inventado, que hay un método desde hace años para compartir excrementos y pedorreces. Se llama Crónicas marcianas

*Dramaturgo y directordel consorcio López de Ayala