Si hace una semanas me posicioné como católico y progresista, criticando con contundencia la propuesta de la ministra Aído sobre el aborto, por coherencia debo también criticar al párroco Josep Lluís Moles por su decisión de negar la primera comunión a Carla, una niña sindrome Down. Si esto es así, me parece vergonzoso. Pues si hay personas que se merecen ese sacramento, son aquellas que llamamos "especiales". La excusa que expone este sacerdote al argumentar el hipotético mal comportamiento de la niña el día de la ceremonia, me parece necio y falaz, pues mucho peor es el de aquellos que se comportan extraordinariamente bien en los actos litúrgicos y una vez terminados apenas cumplen con alguno de los mandamientos, cosa que jamás harían personas como Carla, inocentes, carentes de dobleces, malos pensamientos, maldad... Mi iglesia es otra cosa, es aquella que no mira ni la discapacidad ni la riqueza de los semejantes. Que se remanga y hecha el hombro con aquellos que lo necesitan, olvidándose de los fastos y oropeles, ayudando a ancianos y desfavorecidos, educando a jóvenes en valores. En definitiva haciendo servicios de ayuda, y solidaridad con los demás.

Personas como el señor Moles o aquellos que intentan quitarle hierro al abuso de menores, por parte de miembros de la Iglesia y otros que como el mismo Papa se radicalizan a la hora de satanizar el preservativos que tantas miles de vida ha salvado en el mundo (preguntad a los verdaderos conocedores de ello que no son otros que misioneros y monjas que están al pie del cañón en los países del tercer mundo). Bien harían estos señores en repasarse la vida de Cristo y de su mensaje, hacer el bien y ayudar a los demás

Chema Tovar Diez **

Educador social