Stalin decía que el paso del tiempo convierte a los muertos en estadística. Y llevaba razón el siniestro personaje. Así, el análisis histórico, el informe policial, la literatura médica, la crónica periodística, la ciencia, la política también, someten el comportamiento humano a raciocinio, aplican fórmulas y convierten al hombre en matemática. Stalin era un malvado. Su aserto solo es cierto.

Así el oncólogo que trabaja sin descanso para salvar vidas detalla en número de días cómo se puede prolongar la de un enfermo terminal. Y ofrece un cálculo objetivo, desapasionado y eficiente. La vida robada a la muerte se convierte en cifra. Eliminado todo el dolor, amor, sudor y abnegación que realmente esconde. Así se reducen a números enteros la potencia destructiva y mortífera de los cataclismos: el tsunami en Indonesia, el terremoto en Haití, las inundaciones en India. Tantos millones aquí, tantos centenares de miles allá. Muertos.

Así la distancia temporal convierte a los abrasados de Pompeya en hermanos de los abrasados en Hiroshima. Número atroz de una estadística atroz. Tantos masacrados hoy por Boko Haram , tantas mujeres víctimas de violencia de género, tantos deportados, torturados y asesinados durante el estalinismo y durante la revolución cultural. Muertos en número, del Holocausto, de la primera Guerra Mundial, de las campañas napoleónicas, de las Guerras de los Siete y de los Treinta y de los Cien Años. Números, números, números. Estadística.

Estadísticamente, volar es hoy el medio más seguro de transporte. El comportamiento de un suicida en su categoría de ampliado suele reducirse a las personas más cercanas. Solo se han contabilizado cuatro casos en que el piloto estrellara el avión a propósito. Un número estadísticamente despreciable.

Asesinato masivo, suicido ampliado. Lo mismo da. Estadísticamente muy improbable. Lo mismo da. Perturbado, coaccionado, decidido. Lo mismo da. El cálculo matemático y certero no sirve para el misterio insondable del alma humana. Su aterrador albedrío. Tanto para el bien como para el mal.