TAtntaño, en estas fechas, el templo polarizaba los sentimientos del pueblo, que veía en las imágenes, tapadas con lienzos morados, símbolos elocuentes de la Pasión. En el púlpito, el sacerdote pronunciaba un sermón de impacto tridentino, y desde el balcón, con geranios tristes, una saeta afilada --como ahora-- cortaba el silencio de la noche, mientras el indeciso rayo de luna iluminaba el rostro de bellas mujeres, con negras mantillas y velas encendidas en las manos... Pero si ayer las gentes visitaban en masa los monumentos y acudían a los oficios , hoy, el ciudadano está viviendo una atmósfera con altas dosis de laicismo galopante.

Con días de antelación, una propaganda desaforada vende sugestivas ofertas de oasis vacacional, con estampidas a la playa, a la montaña, o a países exóticos, con verdes palmeras y blanca arena... Así, dicha semana, ha quedado devaluada y sin pulso. Sólo gente mayor y algunos grupos de jóvenes carismáticos , siguen rememorando estas fechas. Lejos, pues, se quedan aquellos versos de Gabriel y Galán: "Cuando esta fecha caía/, sobre los pobres lugares,/la vida se entristecía,/ se cerraban los hogares/ y el pobre templo se abría...".

Pero no morirá su espíritu, con el recitado de hermosos textos bíblicos y los acordes penitenciales de sus cantos, junto al recogimiento popular de procesiones con Cristos y Vírgenes traspasados de dolor, terminando con el volteo de las campanas, el Domingo de Resurrección... Y seguiremos absortos ante la Pietá de Miguel Angel , la Cena de Leonardo da Vinci , el Descendimiento de Rubens y el Cristo de Velázquez . Y continuaremos escuchando a Haydn , en su sinfonía de las Siete Palabras , y a Beethoven en su Monte de los Olivos , y a Liszt con su Christus , y a Massenet con su Gólgota ...

Todo esto --quiérase o no-- hará que permanezca el aroma sacral de la Semana Santa con esa fuerza desconocida que no tiene fecha de caducidad. Aunque, a la vez, se produzca la estampida de muchos que buscan justo descanso, lejos del lugar de trabajo.

*Escritor