XAxnte las inquietantes noticias que nos llegan del proyecto de Estatuto Catalán, máxime después de conocido el informe de los expertos constitucionales, así como del órdago del Gobierno Vasco al consentir la manifestación de los batasunos, vienen a la memoria estos hermosos versos de Virgilio: ¿"Qué causa, ¡oh mancebo!, os impulsó a tentar estas ignotas regiones? ¿Adónde vais? ¿Qué linaje es el vuestro? ¿De donde venís? ¿Nos traéis la paz o la guerra?" (La Eneida). Virgilio escribió La Eneida para buscarle a Roma unas raíces históricas acordes a lo que Roma era en su tiempo: la capital de un imperio hecho alrededor del Mediterráneo. La obra está inconclusa porque Virgilio muere antes de terminarla y ordena en su testamento su destrucción, lo que afortunadamente no pasó por orden directa de Julio César. La Roma de Julio César no necesitaba de razones míticas que la justificasen, el Imperio Romano era ya una realidad consolidada.

Como realidades son muchas de las raíces históricas de nuestras CCAA, sin duda una de ellas la catalana, y en mayor o menor medida todas han tenido o tendrán sus Virgilios , seguramente Virgilios minor en expresión botánica, pero Virgilios al fin y al cabo. Pero por otro lado, como decía Antonio Machado en su Juan de Mairena: "Por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de un hombre".

Resulta muy dudoso, en un marco ético progresista, el revisionismo histórico que se pretende en la modificación de algunos estatutos de autonomía. ¿Adónde nos llevan? Castilla-Leon, ¿va a sacar al Cid, desempolvando la Tizona y la Colada? ¿Los asturianos a Don Pelayo? ¿Los gallegos a los Armandiños y los andaluces a los califas Omeyas? ¿Y por qué no los extremeños a Hernán Cortés y Pizarro, padres del mestizaje sudamericano, que no es precisamente una cosa baladí en la Historia? Todas las CCAA, incluyendo Ceuta y Melilla, podrían en sus estatutos reivindicar su particular Historia. Y aun, hecho esto con sumo cuidado, porque de historia a histeria media tan sólo una vocal en castellano, ¿para que?

Los estatutos de autonomía son básica y simultáneamente pactos de convivencia de la parte con el todo, a la vez que marco competencial de cada Comunidad, y son aprobados en el Congreso de los Diputados. A estas alturas del desarrollo del proceso autonómico, nadie se engaña con estrategias que aun pareciendo no radicalmente soberanistas, conducen a un soberanismo de hecho, que en muy pocos lustros lo sería de derecho, que es el objetivo inconfeso finalmente perseguido, consciente o inconscientemente, por los independentistas de algunas CCAA.

Sería un error pensar que sólo hay un problema catalán o vasco, porque mal resueltas las cuestiones estatutarias vasca y catalana, inmediatamente surgirían problemas con Galicia y Canarias, para continuar con Baleares y Valencia. Iniciado un peligroso camino, el final y los desatinos a lo largo de su recorrido son difíciles de prever, y pueden ir desde reclamar la cooficialidad del árabe en Andalucía a la reivindicación de la Federación Ibérica. El cuidado y delicadeza a la hora de reformar los Estatutos de Autonomía, no implica que éstos sean inamovibles, pero sí que estamos hablando de una trepanación y no de una apendicitis. Lo primero es que nadie se mete en un quirófano por placer, se opera el que lo necesita y de lo que necesita, los diagnósticos los dan los especialistas y operan los cirujanos, en nuestro caso el maestro del bisturí se llama Congreso de los Diputados.

La reforma de algunos Estatutos es sin duda conveniente; imprescindible probablemente no y urgente tampoco. Forzosamente se tendrán que hacer cuando haya un consenso lo suficientemente amplio. Podemos cambiar muchas cosas, pero hay una que debemos siempre conservar. Una única ciudadanía, la española, dentro de una única nación, España.

*Ingeniero y director generaldel Ministerio de Agricultura