TDtespués de novecientos años de guerras, las tres religiones monoteístas se han dividido en dos bandos: judíos y cristianos, de uno; musulmanes, de otro. Yahvé y Cristo contra Mahoma. A lo peor hay que esperar otros novecientos años para llegar a esa alianza de las civilizaciones que predica nuestro presidente, o logramos destruirnos los unos a los otros, asunto cada vez más probable, a partir de que Irán posea bombas nucleares.

Que la gente tenga armas atómicas es una mala noticia, pero puesto que es una realidad palmaria e inamovible, prefiero que las tenga Estados Unidos y Francia a que las posea el presidente de Irán o el presidente de Siria. A Estados Unidos se le pueden criticar muchas cosas, pero nadie se despierta sobresaltado, por las noches, pensando que el presidente Bush puede ordenar un ataque nuclear. Al contrario, si uno es un contribuyente occidental, por muy izquierdista de salón que se muestre en las noches de los viernes, hasta le tranquiliza la situación. Supongamos lo contrario. Supongamos que Francia y Estados Unidos sólo poseen armas convencionales y que Siria e Irán tienen un surtido arsenal de cabezas nucleares. ¡Jé, jé! Observen la risa nerviosa que surge, incluso en el progresista numerario.

Estamos ante una crisis morrocotuda. Irán dice que empleará el uranio enriquecido para fabricar energía, engordar a las gallinas y dar posada al peregrino. Y Estados Unidos no se lo cree, claro; y en Israel no les llega la camisa al cuerpo, porque si Irán posee armas nucleares las tendrán, a precios de saldo, y a pagar en cómodos plazos, los terroristas palestinos elegidos democráticamente para gobernar. Y, como los soldados están en Irak, no pueden llegarse a Irán, porque serían demasiadas cuerdas, incluso para un violín estadounidense. ¿Y la Unión Europea? Sus sesudos miembros deben estar ocupados en alguna directiva sobre el tabaco.

*Periodista