La frase de moda es "estoy en paro". Duele oírla, y mucho más decirla. Oírla no me sirve de consuelo, sino que me da vergüenza. Según pasa el tiempo, sin embargo, y después de que suena mucho a tu alrededor, parece como si esas tres palabras no tuvieran tanta importancia. Amigos y familiares aconsejan que lo mejor es pronunciar esa frase a los cuatro vientos, por si cae en algún buen oído y sirve para eso, para dejar de estar sin empleo. También dicen algunos que en la actualidad solo se encuentra trabajo por medio de contactos, de enchufes o recomendaciones, pero esos contactos suelen estar contigo tomando un café por las mañanas después de haber dejado a los hijos en el cole.

Uno le da vueltas y vueltas a la situación. Es como el pez que se muerde la cola. Este es un pez muy grande --hay más de cuatro millones de parados en este país--, pero es mejor pensar que es pequeño. Tal vez sería conveniente cambiar la frase, y en lugar de "estoy en paro" decir "pertenezco al Inem". Suena mejor. Aunque la situación sea depresiva, hay que mantener la esperanza; hay que ser positivo. De lo contrario, es más difícil encontrar trabajo. No se puede ir a una entrevista con mala cara. Hay que mostrarse lo más animado posible. Pero, ahora que pienso, ¿existen las entrevistas? ¿Dónde?

Sigo en el paro (perdón, en el Inem). Y como estoy parado, me he puesto a escribir esta carta. Supongo que cada uno buscará su punto de apoyo para seguir adelante. Espero que este texto no desanime aún más a la gente. Los parados tenemos que buscar la esperanza donde sea. Yo no puedo solucionar el problema, pero gobernantes, expertos e intelectuales podrían reunirse y encontrar soluciones. Animo.

Salvador Aguilar Moreno **

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