TMtariano Rajoy no es hombre de carisma. Cuando Aznar le dejó sólo frente al chapapote hizo historia con sus salivantes hilillosssss del Prestige. Elegido a dedo, arrastró siempre la lacra de una --en opinión de muchos-- arbitraria designación, aun valiendo menos que Rato . Inició su mandato en circunstancias pésimas tras el 11-M, y una primera legislatura crispada y bronca marcada por el desconcierto y para algunos el mal perder le enfrentó a horas amargas, asediado por los suyos y acusado de falta de liderazgo. Perseguido y ridiculizado por cierta prensa de la derecha, empeñada desde las últimas elecciones en sustituirlo por Aguirre u otros; atacado por la izquierda, incapaz de reconocerle un solo acierto, conserva no obstante el prestigio de la honradez. Yo no le perdono lo del coñazo del desfile a un señor que en sus comparecencias es un ídem, pero valoro la impagable virtud de ser odiado y criticado al alimón por Javier Pradera y Jiménez Losantos . No se ha plegado a presiones, ha recorrido un doloroso camino pero ahí está. Ganó las elecciones gallegas y aunque eso no le garantice las próximas generales, él y su proyecto han resistido. Entonces, si con sus carencias no se puede dudar de su inteligencia, ¿por qué ahora que el PP ha conseguido un acuerdo histórico en Euskadi, que anda sobrado y que pretende arrasar en las europeas, no depura a los chorizos aunque presuntos y acaba con las puñaladas traperas en Madrid? ¿Por qué ataca al juez con victimismo estéril y no manda a casita a los algo más que sospechosos marcados de modo irremediable ya por la presunción de culpabilidad? Con su ofendida defensa de tesoreros y portavoces pone a todo el partido en entredicho. Con su no sabe, no contesta en Madrid no hace sino perder credibilidad y suscitar desconfianza en sus potenciales votantes. Por muy inteligente, moderado, afable, honrado y buena gente que sea, si le toman por el pito de un sereno no es el adecuado para presidir un partido político ni un país. Aunque este sea tan atípico como España.