Ni siquiera la proverbial simpatía y proximidad a la población iraquí fomentada por las fuerzas italianas, a diferencia de las estadounidenses, les ha salvado. Al margen de quienes sean sus autores, el atentado del miércoles contra los carabinieri hace realidad las amenazas proferidas por Al Qaeda contra las fuerzas de ocupación, entre ellas las españolas, confirma el último informe de la CIA sobre el reforzamiento de la resistencia y da la razón a Francia cuando pide un cambio de estrategia ya.

Dada la constante degradación de la situación en Irak, esta rectificación reviste una gran urgencia para Bush. El presidente no puede iniciar la campaña para su reelección el próximo año con el caos reinando en Irak y un goteo de soldados muertos. Después de su gira por los despachos del poder en Washington, el virrey Paul Bremer ha vuelto a Bagdad con la misión de acelerar el traspaso del poder a los iraquís. Pero dicho traspaso, pese a ser justo y necesario, no garantiza una solución. Han sido tantos y tan graves los errores cometidos por los ocupantes que resultará muy difícil crear unas condiciones mínimamente estables. EEUU por sí solo no puede pilotar este cambio de estrategia.