Criteria, la sociedad que agrupa las participaciones de La Caixa, ha tenido un estreno en la bolsa por debajo de las expectativas. De hecho, corrió idéntica suerte que el Ibex 35 en su día inaugural, el miércoles, y subió el 0,73% el jueves. A pesar de esta circunstancia lo más relevante de esta operación es que por primera vez una caja de ahorros se somete al veredicto del mercado. Es cierto que lo que cotiza no es el negocio bancario de La Caixa, sino su cartera de participaciones, es decir, la gestión de los activos que ha adquirido con los beneficios generados. Pero, al final, los inversores se pronunciarán de forma indirecta sobre la propia caja. Este es el aspecto más importante de la operación ideada hace meses. Los recursos captados con la colocación en bolsa, a los que seguirán otros derivados de los nuevos tramos que irán saliendo a cotizar, servirán para financiar los planes de expansión nacional e internacional de Criteria. La Caixa se ha decidido por este sistema para acometer una nueva etapa de crecimiento, un camino que también transitarán Bancaja, Caja Navarra y, probablemente, Caja Madrid. Las entidades más dinámicas del sector no quieren recurrir a las cuotas participativas --deuda cuya retribución puede variar en función de la oferta y la demanda--, en las que algunos habían querido ver peligro de privatización. La salida a bolsa, cuyos resultados deben ser analizados a medio y largo plazo, constituye un paso de gigante hacia la equiparación de estas entidades con el resto de las empresas con las que compiten en todos los mercados.