THtay muchos indicios de la debilidad de ETA y uno de ellos es la ofensiva de los últimos días. Los jefes de la banda han tocado a rebato a los restos del comando Vizcaya para tratar de hacer una matanza de ertzainas. Si lo hubieran conseguido, algunos sectores de la sociedad vasca reafirmarían su planteamiento de que hay que negociar con los terroristas porque es la única manera de terminar un conflicto y acabar con el sufrimiento de la sociedad vasca .

La unidad demostrada en el entierro del brigada Luis Conde es el más eficaz antídoto para desmontar la pretensión de ETA de que el dolor que promueven sus asesinatos impondrá el cansancio de la muerte. El día que los líderes de opinión, que sentencian que la negociación es el único camino para acabar con ETA, se callen, se habrá acabado el incentivo principal de la banda: matan no para ganar una guerra sino para promover la claudicación de la sociedad y que esté dispuesta a cualquier cosa para evitar el dolor. La épica de la supervivencia de cada sociedad determina sufrimientos inevitables. Frente a los coletazos de ETA --en una batalla que ya está ganada por el Estado de Derecho-- vendrán necesariamente nuevos atentados porque los terroristas seguirán actuando mientras crean que sus muertos son la condición de volver a sentarse en una mesa de negociación.

El descontento cunde en las cárceles y en el exilio; la ilegalización de las organizaciones fiduciarias de ETA les va a dejar sin escaparate político. La lucha contra el terrorismo, si sigue planteada desde una unidad sin fisuras, tendrá sus resultados. Pero esta epidemia tiene sus plazos y los fármacos adecuados necesitan tiempo suficiente para ser efectivos: habrá más bajas y habrá que tener coraje suficiente para asumir ese dolor, sabiendo sobre todo que sería una traición a los muertos que su sacrificio sirviera para los fines por los que los terroristas los asesinaron.

ETA envida cuanto tiene cartas. Le quedan unos pocos comandos, pero sobre todo la ensoñación de que los muertos que promueven les serán útiles para sentarse a una mesa con el Gobierno.

*Periodista.