TYta es sabido que, ante una negociación que se anuncia dura, áspera, a cara de perro, cada una de las partes suelen plantear sus reclamaciones máximas. A nadie se le ocurre empezar a ceder. Y en ese propósito, la banda terrorista ha expuesto en tres folios todas sus pretensiones, explicadas durante los últimos cuarenta años en los comunicados en que reconocían los sucesivos asesinatos, extorsiones, secuestros y restantes actos violentos. Con esas tarjetas de presentación, ETA fue contándonos durante cuatro décadas que pretende unificar el Euskadi Norte y el Euskadi Sur en un ente nuevo imaginario llamado Euskal Herria, que aspira a constituir un Estado vasco socialista y revolucionario, que reclama el derecho de autodeterminación para los vascos sin inconvenientes del Estado español opresor ..., y así sucesivamente.

Pues bien, en vísperas de que dé comienzo esa negociación, ETA repite sus planteamientos de siempre, perfectamente consciente de que la mayor parte de ellos, los de índole política, no tienen respuesta posible desde un Estado democrático y de derecho. Es lo que ha recordado el ministro Rubalcaba , en el más contundente acuse de recibo y en la más sencilla de las réplicas posibles, a saber: primero, lo que tiene que hacer ETA es abandonar la violencia de una vez por todas. Segundo, debe perder toda esperanza de alcanzar sus objetivos políticos. Tercero, la paz no tiene ningún precio político. Y cuarto, lo que prima y se ejerce es el Estado de Derecho. En apenas medio minuto había réplica y respuesta del Gobierno a esos tres folios etarras que a muchos impulsaban a pensar que la negociación Gobierno-terroristas podía haber terminado antes de comenzar.

¿Cabe el diálogo desde puntos de partida tan distintos y distantes? Eso es lo que hay que ver a continuación, y si todo, como parecería lógico, se resume en concretar el modo de abandono definitivo de la violencia y las maneras de reinserción política, social y económica tanto de los presos etarras como de sus cuadros de mando y militantes en general.

En esas materias concretas sí es donde se pueden esperar demostraciones de comprensión y hasta de generosidad con quienes se han dedicado al oficio de matar y hacia quienes es muy considerable y generalizado el rechazo social de los ciudadanos españoles en general, y de las víctimas del terrorismo muy en particular.

¿Cabe mantener la esperanza de que esta vez hay voluntad decidida por parte de ETA de prescindir de una vez de la violencia? Después de observar determinadas conductas de las últimas semanas --las de los extorsionadores que no cesan, la chulería de Txapote en la Audiencia nacional-- es evidente que hay etarras decididos a seguir matando y a quienes no convence nada la decisión de Josu Ternera de embarcarlos en un proceso de paz en el que no podrán salir precisamente de vencedores, consiguiendo en la mesa de negociación lo que no lograron con más de ochocientos muertos en cuarenta años...

*Periodista