La organización terrorista ETA trasladó ayer la memoria de muchos ciudadanos una veintena de años atrás. El 11 de diciembre de 1987, los terroristas atentaron contra un cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, causando 12 muertos, entre ellos cinco niños. El 29 de mayo de 1991, en la casa cuartel de Vic, murieron nueve personas, cinco de ellas menores. Las dos figuran entre las peoresmasacres de ETA. El horror se pudo repetir en la madrugada de ayer en Burgos, donde una potente bomba (se habla de unos 400 kilos de explosivos) destrozó la fachada de las 14 plantas de otro cuartel de la Guardia Civil, en el que dormían en esos momentos 114 personas, 41 de ellas niños. Afortunadamente --cuesta creerlo a la vista de las imágenes de la magnitud de los destrozos--, solo hubo 65 heridos, todos leves y ya dados de alta.

Es decir, ETA sigue donde estaba hace 22 años y cuando, con buena intención, el ministro del Interior, Alfredo Pérez-Rubalcaba, dice que ahora, además de "asesinos salvajes", los etarras "están enloquecidos", hay que recordar que, si es así, la locura no es reciente, sino antigua.

Los etarras no avisaron previamente de lacolocación de la bomba y el atentado fue ejecutado con las técnicas más precisas: la furgoneta bomba había sido robada probablemente en Francia y sus placas de matrícula habían sido dobladas con las de otra de igual marca, modelo y color perteneciente a un vecino de Burgos, lo que despistó a los guardiasciviles que inspeccionaron el vehículo la noche anterior frente al cuartel, donde estuvo aparcado 14 horas.

Esto indica que los terroristas dispusieron de información detallada para preparar el atentado y que parece que vuelven a actuar con la mortífera profesionalidad que les caracterizaba, lejos de algunas de sus últimas chapuzas. Aunque hay también quien piensa que solo un error en la colocación del explosivo explica que no se produjera una matanza.

En cualquier caso, ETA sigue dispuesta a matar, pese a los recientes éxitos policiales que han diezmado su dirección. Frente a eso, el Gobierno de Rodríguez Zapatero debe continuar inamovible en su negativa a cualquier negociación, que solo daría alas a los terroristas y a sus cómplices.

La llamada izquierda aberzale se apresuró ayer a proclamar que el atentado demuestra que la derrota policial de ETA es una "quimera" y a recordar que la banda apuesta por "una solución negociada". Una cínica afirmación que el bombazo desmiente rotundamente.