WFw ernando Trapero, guardia civil tiroteado por ETA el sábado en la localidad francesa de Capbreton, falleció ayer tras unos interminables días de agonía en un hospital de Bayona. Pero sus familiares, como los de Raúl Centeno, el otro guardia que murió en el acto en el atentado, pueden sentirse algo aliviados por la detención ayer de dos de los tres etarras que presuntamente cometieron los crímenes. La policía francesa ha vuelto a hacer una exhibición de eficacia al tardar solo cuatro días en arrestar a Asier Bengoa y a Amaia Alonso, principales sospechosos, junto a un tercer pistolero, de haber disparado contra los guardias. La operación ha sido la demostración de que las autoridades francesas van a perseguir con todos sus medios a ETA. Lejos quedan los años en los que a este lado de los Pirineos se echaba en falta una mayor colaboración de París en la lucha contra el terrorismo. No puede quedar duda alguna de que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, es un leal aliado de España en este terreno. Las circunstancias de la detención de los dos etarras vienen a confirmar que el asesinato de los dos agentes fue una acción improvisada y no un atentado premeditado por un comando que tenía un plan para huir a lugar seguro. Eso habla de la creciente precariedad con la que operan, en Francia y en España, los comandos etarras. ETA está cada vez más claramente condenada a acabar como el GRAPO, un grupo que puede hacer daño, pero que carece por completo de respaldo social. Es un anacronismo que en la Europa del siglo XXI haya un grupo que sigue instalado en la estrategia de los tiros y las bombas para hacer política. Todo indica que ETA es ya un fenómeno residual.