Diputado del PSOE al Congreso por Badajoz

El incidente gravísimo surgido la semana pasada, como consecuencia de la presunta compra de dos diputados del PSOE de la Asamblea de Madrid, ha derivado desgraciadamente en un tremendo accidente del que puede salir malparada la propia esencia del sistema democrático. La trama mafiosa de especuladores de la construcción que comienza a destaparse pone en evidencia al propio sistema. La pésima reacción del Partido Popular tratando de beneficiarse de lo ocurrido, aunque sea por la vía indirecta de dejar que los hechos se consumen y que funcione la letra de los Reglamentos y no el espíritu de los mismos, pone de manifiesto que para la cúpula del Partido Popular el poder está por encima de la ética. Creo con franqueza que hay mucha gente bien intencionada y honrada en el Partido Popular, que contemplarán escandalizados y espantados el comportamiento de sus dirigentes, tanto los de la Comunidad de Madrid como los nacionales. Están perdiendo una ocasión de oro para dar un ejemplo de civismo, impidiendo que los corruptores consigan su objetivo. Si bien de motu propio Esperanza Aguirre, o bien Aznar desde su trono olímpico, debieran haber pedido a los diputados populares de la Asamblea de Madrid que dos de ellos se ausentasen hasta que el problema surgido se resolviese. Las instituciones hubieran seguido funcionando y la sensación de todos hubiera sido de alivio por la lección dada. La ética hubiera estado por encima del poder, que es donde siempre debe estar.

Desde luego que las utopías son utopías, pero hay que tender a ellas para que nuestro mundo avance.

El grave accidente político surgido en Madrid, ya tiene sin duda un profundo calado nacional y se convierte por momentos en una profunda crisis del sistema democrático en el que todas las instituciones del mismo están implicadas y deben ponerse en marcha para salvaguardarlo, y entre ellas las judiciales. Tanto la Fiscalía del Estado como el Tribunal Superior de Justicia de Madrid deben actuar con la rapidez suficiente para abortar el reto que plantean los poderes más oscuros de la sociedad a golpe de chequeras. La invalidación judicial de las actas de los dos diputados corruptos se impone como la medida más perentoria y eficaz. El PP, por la responsabilidad de Estado que tiene, debiera actuar también quirúrgicamente igual que lo ha hecho el PSOE y limpiar lo que son algo más que salpicaduras, antes que iniciar querellas. Nadie, en su sano juicio, puede decir que el PP o el PSOE sean corruptos porque un ínfimo número de sus militantes lo sea. Pero si al PSOE le urge ganar las cotas de confianza perdida en función de la calidad de los candidatos que presenta, al Grupo Popular le debe acuciar el tremendo interrogante que se plantea de ¿por qué la trama inmobiliaria de especuladores se sentía más segura con un gobierno del PP que con uno del PSOE? Y esta pregunta que todos los ciudadanos nos hacemos urge ser respondida.

Se ha escrito mucho, incluso con cierta reiteración, sobre ética y poder, y de como tan sólo es posible vencer las múltiples tentaciones del poder, que no son sólo económicas, con un marco ético adecuado. La pirueta pirandeliana del ´así es si así os parece´ es buena para una obra de teatro pero pésima en política. La verdad virtual, hija de nuestro tiempo, puede ser mortal de necesidad.