El euríbor, índice que mide el precio al que los bancos se prestan el dinero en el mercado europeo, lleva una semana marcando récords alcistas. El último ha sido del 5,418%, la cota más alta desde el nacimiento de la moneda europea. El incremento de este indicador es especialmente nocivo para quienes tienen suscritas hipotecas o préstamos cuya referencia de actualización es el euríbor. Menos perjudicial es para quienes disponen de productos de ahorro o inversión con rentabilidades también sujetas al índice.

El euríbor se ha mantenido tradicionalmente por debajo (o muy parejo) del nivel de los tipos de interés que marca el Banco Central Europeo (BCE). Desde que estalló la crisis de las hipotecas de alto riesgo en EEUU y la consiguiente crisis financiera internacional, su nivel ha seguido un camino muy distinto al del precio oficial del dinero, que continúa anclado en el 4%. Los expertos atribuyen este fenómeno a la desconfianza anidada en el sistema financiero, que provoca que los préstamos entre entidades bancarias se restrinjan y, a la vez, se encarezcan.

Las últimas palabras del presidente del BCE, en las que avisaba de que en julio subirá los tipos un cuarto de punto para defender la economía europea del proceso inflacionista en que está sumida han acabado de complicar la situación: a la desconfianza del sistema se añade también la especulación de quienes poseen liquidez. Solo fuertes inyecciones de dinero del BCE en el mercado devolverán la normalidad al euríbor. Eso, y una actuación más solidaria del sistema financiero, cada día más alejado de la dimensión social y ética de su negocio.