Abogada

En esta época de esposamiento, tipo Vacaciones en Roma , salvaguardada y exagerada por la complicidad mediática del corporativismo de los medios de comunicación, salvo excepciones, nuestra sociedad tiene, aunque parezca difícil de creer, problemas; sigue teniendo graves problemas. Desde mi punto de vista, la falta de respeto al consumidor, ese tópico de así están las cosas, llame usted a ese teléfono, la garantía llega hasta aquí. Y todo parece tener su epicentro en la adopción del euro, que ha venido a poner al descubierto la falta de cobertura frente a los precios que tenemos los consumidores. Todo empezó con el alza del café, siguió con los libros, los alimentos y tuvo el epílogo en el tomate. Y es que el famoso redondeo se ha convertido en el mayor de los asaltos a mano armada. La velocidad de disposición de los euros es tan efímera, que esos 30 euros duran tan poco, que nos hacen siempre más pobres.

Es lamentable esa sensación de consumidor atracado , cuyos euros son imperceptibles. Y esto se agrava cuando especialmente estamos hablando de subidas de precios en productos de primera necesidad. Productos que hasta hace unos meses hemos consumido a un precio y, en poco tiempo, se han duplicado, en algunos casos. Nuestros bolsillos cada vez se resienten más, la sensación de impunidad crece, y, mientras todo esto ocurre, algunos reflexionamos acerca del escaso papel de reacción de una sociedad a la que se le anexionó una moneda, con la que se buscó cuadrar unas cifras macroeconómicas, pero con la que hemos conseguido ser más pobres, y encima, tener una especie de sensación sistemática de que nos están engañando hasta en el cepillo de la iglesia.