XExl domingo día 20 los españoles tenemos la posibilidad de iniciar en Europa un proceso histórico de una magnitud inimaginable, determinante para todos los ciudadanos europeos: poner en marcha la Constitución europea. Se podrá estar de acuerdo o no con el Tratado, pero es indudable que modificará nuestras vidas en un futuro inmediato y a medio plazo. Más de 400 millones de personas de toda Europa y millones de todo el mundo se mantendrán expectantes a ver qué pasa en España porque cada pueblo de nuestra geografía se va a convertir en un laboratorio para investigar el futuro.

Es verdad que durante estas últimas décadas en las que hemos podido votar en libertad, cada elección celebrada en Extremadura y en España se ha convertido en una batalla ideológica en toda regla entre la izquierda y la derecha. En ese escenario político de confrontación directa, cada elección ha llegado cargada de pasiones, anhelos y, en ocasiones, afanes de revancha.

En este referendo del próximo día 20, los dos grandes partidos españoles están de acuerdo, con algún que otro matiz, en decir sí a esta Constitución europea y me da la impresión de que ante la ausencia del adversario ideológico tradicional muchos ciudadanos han llegado a la conclusión de que en estas elecciones no hay un antagonismo ideológico entre unos y otros y, por tanto, no debe estar en juego nada importante. Y eso me parece un error, un inmenso error. ¿Quién cree que no hay ideología en estas elecciones? ¿Cómo vamos a ignorar que el domingo se inicia un proceso que puede cambiar nuestras vidas de una manera trascendental?

Si hacemos un repaso por la historia de Europa veremos que está jalonada de batallas y guerras que siempre perdimos los trabajadores. Precisamente tras la última gran guerra europea, los enemigos eternos comienzan a unirse para frenar el horror y no es ninguna casualidad que desde que comenzó a funcionar el Mercado Común no ha existido ningún conflicto bélico en su seno. Sólo por ese frenazo a la guerra merecería la pena confiar en Europa, ampliar Europa y votar sí a su primera Constitución.

De nuestra decisión va a depender en buena medida la construcción de un Europa más unida, más fuerte, más social, política y económicamente también, y es necesario porque la Europa de 25 miembros es ingobernable con la norma actual. Una Europa de esas características será buena para todos, pero muy especialmente para los más débiles, para todos aquéllos que sólo tienen su voto como herramienta de poder.

En el Tratado constitucional que vamos a votar se reconoce el derecho al trabajo, al empleo, el derecho a la negociación colectiva, a la salud en el trabajo, a la igualdad laboral de mujeres y hombres, a la consulta a los trabajadores y sus representantes, a conciliar la vida laboral con la familiar...

Evidentemente esta Constitución es mejorable, no es perfecta, pero es positiva porque representa un equilibrio entre lo que tenemos y lo que queremos tener, y nos ofrece un mejor escenario para seguir batallando por una Europa favorable a los trabajadores y los ciudadanos. A pesar de sus carencias, este Tratado puede marcar el inicio de una etapa nueva para Europa y podemos ser los extremeños y los españoles los que mostremos a otros europeos nuestra voluntad de construir un espacio de concordia, de respeto y de bienestar.

Si somos capaces de decir adiós a la Europa de las guerras e inventar la Europa de la tolerancia no sólo habremos modificado el devenir de nuestro entorno, de nuestra tierra, sino que habremos sembrado en todo el mundo la semilla de la esperanza. Por ello me produce inquietud escuchar decir que las elecciones del domingo no son importantes o que el resultado de este referéndum apenas tiene importancia. Europa es demasiado importante como para dejar pasar de largo de esta oportunidad de decir sí.

Cuando la explotación laboral se pasea descaradamente por Asia, cuando el capitalismo más agresivo y el fanatismo más reaccionario nos conducen al borde del abismo, Europa tiene la obligación de mostrar al mundo otro modelo, otra alternativa.

Votar sí a la Constitución es avanzar en ese modelo de una Europa que, pese a sus vaivenes y sus dudas, confía en unos valores y en unos derechos ciudadanos admirados en todo el mundo.

*Secretario General UGT Extremadura