WLwa neutralización de otra célula terrorista de Al Queda en Europa supone toda una invitación a profundizar en la cooperación de los servicios de información y de seguridad en la Unión Europea que ha hecho posible las detenciones de Bélgica e Italia. Y no por conveniencia, sino por necesidad. El presunto cerebro de los atentados del 11-M, Mohamed el Egipcio, uno de los detenidos el martes, ha residido en los últimos años en varios países europeos, burlando la persecución de policías y jueces. Es otra prueba más de que las ramificaciones de Al Queda están asentadas en el continente hace tiempo. Y para combatir en Europa esa nebulosa de terroristas islamistas que EEUU cree poder reducir con intervenciones militares, sólo cabe la cooperación de los aparatos de seguridad de los estados y la creación de un único espacio policial y judicial.

Pero el fruto que ha dado esta vez la colaboración de Bélgica, Italia, Francia y España tiene un coste. Los gobiernos de los 25 socios de la UE deben materializar su voluntad de trabajar coordinadamente y liquidar una rutina en las relaciones que conducen a la inoperancia. Los gobernantes europeos conocen de sobras sus carencias y acaban de demostrar que también saben corregirlas.