TAt Josu Jon Imaz le gusta planchar, o al menos es una de las tareas domésticas en las que confiesa estar entrenado. Es un padre joven de tres niños pequeños. Suele decir que quiere dejarles una Euskadi liberada de sus viejos demonios. Incluso lo menciona en la carta pública con la que se ha despedido, de momento, de la política. Quiere un país "pensando en nuestras hijas e hijos, en el que encuentren las mejores oportunidades para desarrollarse como personas en su integridad". ¿Alguien se imagina a Xabier Arzalluz planchando? Lamento el chiste fácil, pero la imagen de Imaz frente a la tabla de planchar me persigue desde que leí ese párrafo de su carta en el que dice que algunos conceptos, tantos conceptos, "adquieren hoy tintes necesariamente diferentes de lo que en el pasado representaban". El se refiere a conceptos muy trascendentes, como estado-nación, soberanía o independencia. Pero a mí me viene a la mente esa imagen tan cotidiana que revela al hombre de su tiempo que es Imaz, que habla claro, sin victimismo ni ambigüedad. También a Zapatero se le revolvió el viejo nacionalismo español cuando se le ocurrió intentar poner en práctica lo de la España plural y dijo aquello de que si hay un concepto "discutible y discutido en la teoría política y en la ciencia constitucional es el de nación". Probablemente él fue el primer sorprendido por el revuelo que todavía una reflexión de este tipo puede provocar en España. Estoy segura de que cuando Josu Jon Imaz se hizo cargo hace cuatro años del PNV, era consciente de que tendría que vencer muchas resistencias para modernizar y actualizar el proyecto nacionalista. Pero probablemente nunca pensó que tantas. Algún miembro cualificado del sector de Egibar me dice que hay que quitarle dramatismo a la situación, que ellos van a seguir mandando en el PNV. Ellos son los de Imaz. Sí, pero lo harán volviendo atrás, a la ambigüedad, a lo políticamente correcto en su mundo, sin que se les ocurra decir en voz alta que en vez de enfrentarse a España hay que seducirla. Quizás sea sólo cuestión de tiempo.