XAxhí lo tienen, indio y sindicalista, con cara de pobre y ropa de eso mismo, peinado estilo cazo y natural como la vida misma, presidente electo de Bolivia por amplia mayoría y sin segunda vuelta. Y es que parece que el círculo se ensancha, que la América del Sur del imperio reclama su derecho a la vida y a la propia identidad. Listo como el hambre, Evo Morales no usa discursos trasnochados al estilo soviético. Marx, Lenin y Stalin están muy bien donde están. Utilizarlos sería mentar al diablo, disparar las alarmas de la gente de bien y darle al emperador la única excusa que necesita para cambiar la orientación de sus cañones. No señor, él no va de revolución, aunque Bolivia sea el país más pobre de América que, curiosamente, posee la mayor reserva de gas natural y tiene, además, oro, plata y cobre. El no habla de redistribución de la riqueza, sino de buscar la igualdad y la justicia social; no de nacionalización de las fuentes de producción sino de revisión de los acuerdos, nulos de pleno derecho , con las petroleras extranjeras. No hay revolución popular, que conste. La cosa va de presencia indígena en los centros de decisión. Me encantan los eufemismos. Hablar de indígenas en este país nuestro, unidad de destino en lo universal, no lo olvidemos, es como volver a los Coros y Danzas de la Sección Femenina. Lo de indio se lleva mal, porque la gente se lía entre los del cámping, las plumas en la cabeza, los bisontes y el montar a pelo (que dicen los especialistas que produce esterilidad, por eso será que casi no quedan), o los de ese señor con gafas, un tal Gandi , que consiguió echar de su país a los invencibles británicos con sólo ponerse a régimen. Mucho mejor hablar de indígenas, más cercanos a nuestro vocabulario imperial del yugo y las flechas: indígenas eran aquellos señores desnudos a quienes nuestros caritativos conquistadores enseñaron, además de la lengua española, el camino directo hacia la salvación, o sea, el cristianísimo cielo, la mayor parte de las veces por la vía rápida, todo hay que decirlo. En cualquier caso, indígena es sinónimo de pobre: ahora nos vamos entendiendo.

Lula, Chávez, Kirchner ... parece que la cosa cambia en el Sur. Los ideólogos de la derecha meten intencionadamente a Castro en el mismo paquete, aun a sabiendas de que el dictador cubano es de otra época, de otras circunstancias, de otra realidad. O no. Pero, como es un dictador, jode. Los ideólogos de la derecha le han aireado a Lula lo imprescindible para, cuando menos, hacer dudar de su honestidad. Los ideólogos de la derecha han sacado lo único negativo que han podido de la historia de Evo: que, hace ya tiempo, dejó sin pagar algunas mensualidades de la manutención de un hijo, fruto de un matrimonio roto. La derecha empieza a temblar y a mirar al Norte.

El caso es que, buscando una explicación más allá de la evidencia, como me enseñaron mis mayores, recuerdo haber aprendido que en el fondo más profundo de la educación sudamericana han estado siempre los jesuitas. Y muy progres, por cierto. Que algunos de ellos han sido asesinados por la derecha en distintos países por defender las causas indígenas, o sea, las de la pobreza. Que la Teología de la Liberación, esa que acercaba la Iglesia a los pobres y, como era de esperar, fue condenada por el papado, era cosa de teólogos, varios de ellos jesuitas también.

¿Estarán los jesuitas detrás de esta nueva movida? O, más directamente, ¿estará una parte de la Iglesia católica haciendo bien algo y, por una vez, se lo permitirán? Lo veremos en las próximas sanciones vaticanas. Porque lo que es aquí, en la Madre Patria, se están cubriendo de gloria.

*Profesor