Los 10,5 kilómetros entre Almoharín y Miajadas de la carretera autonómica Ex-206 están empezando a asfaltarse. Para cientos de conductores que tienen que utilizar esa vía saberlo será, sin duda, un alivio después de meses de transitar por una carretera de polvo; una carretera sin las condiciones de seguridad adecuadas que ha sido repetidamente calificada por los usuarios como "un camino de cabras". Pero es solo el comienzo del asfaltado; falta más de medio año para que se acabe la obra.

Una de las ventajas que ha traído la autonomía es que ha permitido que las decisiones sobre la red viaria se tomen por el Gobierno regional, y no por el ministerio de Fomento o de Obras Públicas, en Madrid. Y el resultado es que, en términos generales, la mejora experimentada por las carreteras extremeñas en los últimos años salta a la vista. A estas alturas de autogobierno, las discusiones sobre las vías de comunicación se sitúan más en el diseño de una red de autovías interiores que sobre la calidad de las carreteras secundarias. Por eso resulta más incomprensible las condiciones de esos 10,5 kilómetros entre Miajadas y Almoharín: más parecen de una carretera de hace 40 años. Además, sin que nadie haya dado explicación de por qué, durante meses, la situación de incomodidad e inseguridad de la misma haya cambiado. Lo lógico hubiera sido haber informado a la población de las razones, si es que las hay, por las cuales tenían que pasar por ese calvario. No haberlo hecho acrecienta más el malestar fundado de los usuarios.