Ahora que llega el final de curso y los últimos exámenes, los que van a marcar el futuro próximo de los alumnos (un verano de vacaciones o de clases particulares) y, para algunos, su futuro académico y profesional (los que, por ejemplo, se enfrentan a la EBAU), no estaría demás reflexionar sobre los exámenes y sobre una práctica tan antigua como estos: copiar.

En los últimos años, el uso de dispositivos electrónicos se ha puesto tan de moda a la hora de copiar, que esta se ha convertido en una práctica que trae en jaque a los docentes. Ya no es necesario tener el pelo largo para disimular los auriculares, aunque estos sean inalámbricos y funcionen con bluetooth; hay unos que se meten en el oído y no se ven desde fuera. Luego se extraen con un imán. Me lo han contado unos alumnos.

Se está tratando de poner soluciones: prohibir los teléfonos móviles, pedir a los alumnos que los dejen en un cesto a la entrada, poner inhibidores de frecuencia... ¿Recuerdan cuando nosotros estudiábamos? Teníamos que dejar libros y apuntes a la entrada al aula. Pero se seguía copiando con chuletas, con folios escondidos debajo de la camisa... Igual ocurre ahora. La picaresca del estudiante es grande, siempre lo fue. Pero en la actualidad, esta se ve facilitada por los avances tecnológicos.

¿Qué podemos hacer para evitar estas trampas que premian al infractor y, a veces, perjudican al que no las hace? ¿Prohibir, castigar? Yo no creo que esta sea la solución.

En mi opinión, el problema lo tenemos los docentes al centrar nuestra atención en estos dispositivos, criminalizándolos y proponiendo estrategias que los prohíban. ¿Y si el problema no está en ellos y sí en los exámenes? Es absurdo ir contra el progreso y seguir abrazados al pasado, el de los exámenes, como si este fuera el único y verdadero. ¿No será que el copiar es algo inherente a los propios exámenes y que hasta que no acabemos con estos no se acabará con esta práctica?

Pero, ¿cómo vamos a eliminar los exámenes? ¿Cómo evaluar sin ellos? Sería injusto, ilegal. Esto dicen muchos. Es como si algo que se ha perpetuado en el tiempo hubiera cobrado por ello la categoría de justo, legal, necesario e imprescindible. Sin embargo, eso no es así. ¿Cuántas conductas mantenidas en el tiempo, como las machistas, constituyen una auténtica aberración? ¿Por qué damos por supuesto que evaluar en función de la nota obtenida en un examen es justo? Todos conocemos casos de injusticias generadas por esta forma de evaluar. ¿Y por qué damos por supuesto que evaluar en función de la nota obtenida en un examen es legal? Yo me he leído el apartado dedicado a la evaluación en las últimas leyes de Educación y en ninguna de ellas se utiliza este vocablo. Es más, por ejemplo, en Secundaria estas leyes hablan de una evaluación que debe ser continua y formativa. ¿Acaso calificar teniendo en cuenta la evaluación continua no entra en contradicción con hacerlo a partir de un examen? ¿Cuántas programaciones recogen, en su apartado de evaluación, la obtención de un porcentaje alto de la nota (entre el 70% y el 90%, según los casos) con el examen, y el resto por el día a día. ¿Acaso, teniendo en cuenta la ley, no es esto más ilegal que, por ejemplo, no hacer exámenes? Los exámenes no son necesarios para evaluar, ni para conseguir que los alumnos se esfuercen, o que aprendan. Estos pueden trabajar y esforzarse en una asignatura aunque no se hagan exámenes en ella. Es más, pueden llegar a aprender más que estudiando para un examen. En la mayoría de los casos, a lo único que llevan estos es a un acto de pura memorización (textos, algoritmos, problemas, fechas...), a repetir lo memorizado como si de un avezado loro se tratara y a olvidarlo a los pocos días.

El problema no son las chuletas, ni los dispositivos electrónicos; el problema son los exámenes. No somos los docentes los que tenemos que hacer preguntas, son los alumnos los que deben hacerlas.

... Para terminar (aunque esto es el cuento de nunca acabar), ahí tienen la última prueba de que es necesario desterrar de nuestro sistema educativo el modelo de evaluación basada en exámenes: la EBAU de este año en Extremadura.