Historiador
Asistí, en días pasados, con gran agrado a la defensa de una tesis doctoral sobre la educación y la instrucción primaria en la provincia de Badajoz desde finales del Antiguo Régimen hasta 1868. Un acto que podría quedarse en lo meramente académico me permitió encontrarme y disfrutar con la presencia de grandes y muy cualificados compañeros y amigos.
Transcurría la sesión con la propuesta del doctorando de un escenario ilustrado del estado de la educación en la provincia de Badajoz a comienzos del siglo XIX. Y claro está, surgieron muchos calificativos que se han venido reiterando con el paso del tiempo. Pero, fue una expresión del doctor Fernando Sánchez Marroyo la que me iluminó. Aludió en un momento de su exposición al mito de la excepcionalidad en Extremadura.
Es cierto, si por algo nos han/hemos querido caracterizar, y lo es por ese discurso doliente, que nos prima como sustantivos elementos del paradigma del fracaso. Y basta ya. Nuestra comunidad ha cambiado tanto que la situación regional en este nacer del siglo XXI no permite parangón con lo inmediatamente anterior. Ya no necesitamos a Saura como émulo de Buñuel. Ahora es Almodóvar el que nos tienta y quizá mejor nos retrate o reconstruya la común memoria. Y digo común, porque como muy bien se expuso esa mañana, hay tópicos en los que casi nos gusta regodearnos: no somos los últimos. Tenemos constancia científica de que a lo largo de nuestra Historia los extremeños hemos trabajado y nos hemos situado al mismo nivel que la media de otras provincias o regiones.
Si la educación fue un pretexto para denunciar el lamentable estado de nuestras infraestructuras, es evidente que la situación actual permite aventurados pronósticos. Extremadura está cada día más cerca de Madrid, Lisboa y Sevilla. A nuestros creadores se les aprecia y admira fuera de nuestras fronteras. Se incrementan los puntos objetivo del deseo turístico. Los emprendedores hace tiempo que dejaron de ser una anécdota. Y es que como concluían en Badajoz: "Siempre quedará mucho por hacer".
