Toda estadística es susceptible de lecturas sesgadas. Sucede, por ejemplo, con las encuestas electorales. O, incluso, con los propios resultados electorales. Todos los partidos afirman estar satisfechos. Los que ganan, porque lo han hecho; los que pierden porque han sacado más votos de los esperados, etcétera.

Con las estadísticas sobre accidentes de tráfico ocurre lo mismo, y es raro el día en que alguna autoridad del ramo no se muestra satisfecha ante la reducción del número de víctimas. Se trata de una realidad de la que todos nos alegramos, pero las discrepancias surgen al determinar su principal causa. Mientras que las autoridades mencionan las nuevas leyes sobre circulación (límites de velocidad, carnet por puntos...), otros pensamos en la mejoría experimentada por la red viaria. Quien recorriera tiempos atrás las curvas de la maldita N-630 y hoy circule por la A-66, por ejemplo, sabrá a qué me refiero.

De modo que no me parece especialmente grave que un buen coche vaya a 170 km/h por una autovía, como ha sucedido con el que transportaba la otra tarde al presidente de la Junta. No me parece especialmente grave, aunque constituya una clara infracción de la normativa vigente y un pésimo ejemplo para los conductores. Lo que me parece mucho más preocupante, pues denota qué opinión tienen algunos políticos de la inteligencia de los ciudadanos, es la excusa dada por la delegada del Gobierno para justificar lo ocurrido: "Estamos en una situación de prealerta. Venía de un acto oficial conocido y se dirigía a otro acto oficial conocido, y por tanto podría serle de aplicación" el Reglamento General de Circulación, que permite que quienes escoltan autoridades conduzcan a más velocidad de la permitida por razones de seguridad.

Desde luego, para resolver la crisis andarán faltos de reflejos, pero para no cortarse y buscar disculpas inverosímiles si de defender al colega en apuros se trata son unos artistas. "Con estos amigos --pensará el señor Vara-- para qué buscarme enemigos".