WEw l buen fin de semana del equipo español de atletismo en los Europeos de Barcelona se sumó al éxito que ha representado para la ciudad y para España organizar, una vez más, una gran competición deportiva. La concurrencia en las pruebas disputadas en la calle y la afluencia al estadio han dejado testimonio del interés que despierta el deporte de élite, aunque en nuestro país aquí estemos lejos de otorgar al atletismo la atención que merece en otros países. Puede decirse que, a pesar del calor y de la cobertura exhaustiva de la televisión, el tirón de la ciudad por el deporte sigue intacto. Desde luego, el recuerdo de los Juegos Olímpicos, celebrados hace 18 años por estas mismas fechas, ha contribuido a movilizar a los espectadores. Pero también ha tenido su importancia el momento de brillo sin paragón del deporte español en una gran variedad de especialidades. Por todo lo cual no es descabellado insistir en la candidatura de Barcelona para que acoja un Mundial de atletismo; en el último intento ganó la partida Moscú, pero es evidente que la ciudad reúne todos los ingredientes para organizarlo con brillantez. Tampoco es desdeñable, con o sin crisis, el impacto económico que han tenido los Europeos. Los euros dejados en hoteles, restaurantes y servicios dirigidos al turismo justifican sobradamente aspirar a este tipo de acontecimientos que, sin tener las dimensiones y la repercusión financiera de unos Juegos, suponen un ingreso extra del que, poco o mucho, se beneficia la economía.