La concentración a favor del tren desarrollada ayer en Madrid, y convocada por el Pacto por el Ferrocarril, puede calificarse de éxito por el amplio número de asistentes registrados y la repercusión mediática lograda. Las imágenes aéreas difundidas por distintos cauces demuestran que nunca se había conseguido hasta ahora una concentración de extremeños tan multitudinaria y menos fuera de la región. Solo el número de autobuses llegados desde distintos rincones de Extremadura, más de 300, los cuales llegaron a colapsar la entrada a la capital de España, denota el amplio seguimiento de extremeños que experimentó esta cita, la cual concitó a ciudadanos de muy distinta condición pero unidos en un objetivo común: exigir lo mismo que el resto de territorios, un tren digno con el que poder competir en igualdad de condiciones que las demás comunidades de este país.

No fue una jornada de protesta al uso ni tampoco una cita festiva. Las actuaciones musicales preparadas al efecto se entremezclaron con proclamas en favor del tren y en contra del Gobierno, de uno y otro signo, el cual ha venido olvidando a la región, nunca otorgándole servicios de primer nivel y relegándola a un papel secundario.

Ayer no hubo un protagonismo de los políticos, del gobierno o de la oposición, solo estuvieron como firmantes del Pacto por el Ferrocarril junto con los agentes sociales, las diputaciones provinciales y la Fempex, y ese papel o liderazgo lo asumieron los dos invitados a leer el manifiesto de protesta: la periodista de Badajoz Pepa Bueno y el escritor de Villanueva de la Serena Jesús Sánchez Adalid. Ambos lograron empatizar con el público asistente y se erigieron así en portavoces de una protesta que raya el hartazgo de que Extremadura siempre tenga que ser la última en casi todo. Como dijeron: «Estamos cansados de ser el sur del sur».

Ahora falta saber qué resultado va a traer consigo esta protesta. Si el ánimo común y colectivo alcanzado va a hacer que en Madrid se tome conciencia por una vez de que la paciencia se ha agotado y que ya no caben más excusas que permitan nuevos retrasos en las obras de la Alta Velocidad ni situaciones tercermundistas en el tren convencional. Los ciudadanos extremeños, Extremadura por una vez levantada, no lo va a permitir.