WLwos partidos nacionalistas vascos celebraron ayer el Aberri Eguna (el Día de la Patria) sin ocupar el primer plano de la agenda política por primera vez en los últimos años. Primero, los ataques del PP al tripartito catalán dieron una primera tregua al Gobierno de Ibarretxe. Después, la tragedia del 11-M resituó al conflicto vasco en el orden de prioridades de los españoles.

Sobre la jornada de ayer sobrevolaron los rumores de una tregua de ETA. Pero aún es una incógnita cuál sería la reacción de los partidos políticos democráticos si la organización terrorista, golpeada una y otra vez por los éxitos policiales fruto de la colaboración hispano-francesa, anunciase que deja de matar por voluntad propia, no por impotencia. En este sentido se han de aplaudir los contactos entre el Partido Nacionalista Vasco de Josu Jon Imaz y los socialistas vascos para explorar una postura común. En este nuevo escenario político, los demócratas no deberían dar un nuevo espectáculo de división. Aunque no parece facilitar las cosas la exigencia del PNV de que el PSOE rompa el pacto antiterrorista y de que el PP ponga el "contador a cero" mientras mantiene en los mismos términos el plan Ibarretxe y EA por su lado comparte foros con Batasuna.