Desconozco la razón por la que, año tras año, me invade la ilusión de volver al camino de Santiago. No importa si es una ruta nueva o ya la he hecho antes. La ilusión que me da me impide decir basta. Y es que el camino nos hace crecer como personas. Nos hace conseguir nuestros objetivos a corto plazo y ver que, con esfuerzo, todo se puede lograr.

Seguramente muchos de los lectores pensaran: «¿Qué necesidad hay de caminar durante semanas, pasar frío, calor, dormir con veinte personas más, compartir baños, llevar media casa a tu espalda y desear, en algunas ocasiones, que el viaje termine ya?»

Entonces, ante tal reflexión, la respuesta de cualquier amante del camino sería: «Si no has vivido la experiencia, el calor en tu frente y el dolor en tus pies, el bienestar de una ducha después, una buena comida al atardecer o una charla nocturna en el comedor, entonces, amigo, no sabes lo que es vivir una experiencia única, irrepetible, que te hace crecer como persona». La magia del camino está en tus propias metas.

ESTATUTOS

Dentistas

Alberto Antúnez

Cáceres

En los estatutos del Colegio de Dentistas de Extremadura se establece como uno de los fines del mismo: «Velar por el adecuado nivel de las prestaciones profesionales de los colegiados». Como funciones de su junta de gobierno se establecen, entre otras, «velar por la buena actuación de los colegiados en el ejercicio de su profesión». Recientemente he presentado escrito al citado colegio solicitando su colaboración para examinar la actuación profesional que un colegiado ha tenido conmigo y sus posibles consecuencias para que evaluaran si la misma fue una actuación competente y de calidad y resolver este conflicto entre el colegiado y el que suscribe. La respuesta ha sido que no pueden ayudarme «por no estar dentro de sus funciones la ayuda solicitada». Yo me pregunto cómo vela esta organización colegial por el adecuado nivel de calidad de las prestaciones de sus colegiados, qué buena ocasión han tenido para dar buena imagen de observancia de los fines de sus propios estatutos.

SOLIDARIDAD

Más empatía

José Rico

Barcelona

Vivimos en una sociedad en la que más de 1.500 millones de personas están afiliadas a alguna red social, mientras que apenas algo más de cinco millones lo están a alguna oenegé como Médicos sin Fronteras. Parece que nos preocupa más estar al día con los móviles de última gama que cooperar para que muchas personas tengan lo imprescindible para vivir. Cuando aparecen en los medios de comunicación estas tan dramáticas situaciones en las que viven muchas personas quizá nos baste con cambiar de canal para olvidar el tema. O puede que ni eso, pues acto seguido aparece el hombre del tiempo con una sonrisa indicándonos que vamos a tener un día soleado, y eso sí que nos alegra. Nos deberíamos meter un rato en las sandalias de estas madres africanas que aguantan en sus brazos a criaturas que están a pocas horas de morir de inanición.

Quizá así nos sentiríamos más motivados a ser solidarios cooperando materialmente con estas oenegés, compuestas de personas que están dispuestas incluso a arriesgar sus vidas yendo a lugares en guerra o que han sufrido desastres para salvar otras vidas. Y no hace falta ofrecer mucho si no podemos, sino que seamos muchos los que ofrezcamos lo que podemos. Es cierto que con la cooperación de los que poseen las grandes fortunas del planeta bastaría para solventar este problema, y no hacen nada. Pero eso no nos justifica, al contrario. Tenemos la ocasión de demostrar que nosotros tenemos cualidades más valiosas. Y de comprobar que somos capaces de convertir muchas lágrimas en sonrisas.