Buda explotó por vergüenza es el título de una película iraní que se estrenó en el cine en febrero de este año, pero la pasaron por Televisión Española hace unos días, supongo que el ente público se ha podido permitir el lujo de adquirir los derechos de su emisión por no ser una película norteamericana ni europea inflada de publicidad.

Quizá usted haya visto esta película en el cine y posiblemente haya salido de la sala conmovido porque cuenta cosas tristes de niños tristes que viven en un lugar triste. Digamos que es la película que nunca vería alguien que dice ir al cine a relajarse y no a comerse el coco; una película bastante minimalista y pausada, poco recomendable para un occidental con pedigrí que gusta atiborrarse de palomitas en el cine.

Sin embargo si usted la ha visto por televisión, además de sentir conmoción, quizá haya explotado por vergüenza. Seguir los pasos de Baktay , esa niña de seis años que tiene que desenvolverse entre adultos indiferentes a su presencia para vender unos huevos y conseguir las rupias necesarias con las que comprarse un sencillo cuaderno y un lápiz, porque su obsesión es ir a la escuela para aprender historias bonitas. Ver esas imágenes de Baktay acosada por otros niños que juegan a soldados, que la hacen prisionera, rompen su cuaderno y en su juego la condenan a la lapidación por ser niña --secuencia especialmente inquietante, porque por un momento ponemos en duda si los niños lanzarán realmente las piedras a la cría--. Tener los ojos puestos en la triste imagen de esa niña afgana y de pronto, ¡zas!, su rostro se esfuma de la pantalla y aparece un tipo trajeado que se sube a un automóvil de lujo y te aconseja que te compres uno igual; y luego una señorita vogue que te recomienda que uses un determinado champú; o un niño que crecerá mucho y se hará muy fuerte gracias a que desayuna unas galletas con chocolate muy ricas, imágenes de cajas de detergentes, tetrabrik de leche, embutidos, teléfonos móviles, yogures, latas de conservas, juguetes, libros. Hasta que de nuevo aparece Baktay en la pantalla con su deteriorado cuaderno en la mano entre los restos de una gran estatua de Buda que explotó por vergüenza.