El bipartidismo en las democracias modernas, es un modelo político que se retroalimenta a sí mismo a través de la manipulación de las leyes electorales y de los medios de comunicación, haciendo casi imposible la aparición de opciones políticas alternativas. Pero en el caso de Extremadura es, además, una rémora para el desarrollo económico y social.

La bipolarización de la sociedad extremeña entre una izquierda inocua y retórica, pero terriblemente hábil en la propaganda, y una derecha acomodada con la parte del pastel que le toca, e incapaz de liberarse de sus resabios reaccionarios, ha provocado la implantación del régimen de un partido político, adjetivado socialista, pero tan híbrido e insustancial en lo ideológico, como carente de un proyecto político que vaya más allá del mantenimiento del entramado socioeconómico que le garantiza los votos suficientes para seguir en el poder. Ya van 30 años.

La Contabilidad regional de España 2000-2007, vuelve a situar a nuestra región como la más pobre del Estado, y una de las más pobres de la UE de los 27. Mientras la Comunidad de Madrid y el País Vasco, tienen un PIB por habitante un 37% superior a la media de la UE, y Navarra y Cataluña, el 33% y el 24%, también por encima, respectivamente, nuestra región no llega al 73% de la media. O sea, que sobre una base de 100, nosotros estamos aproximadamente a 60 puntos por debajo que las 5 regiones más ricas.

XSEGUN ELx Informe de la Inclusión Social de la Caixa, 2008, la pobreza en España afecta a un 19,9% de la población, mientras en Extremadura, a un 38,6%. Pero quizás lo más significativo, sea que Extremadura es la región que menos se ha desarrollado en los últimos 30 años y que la brecha entre el nivel de riqueza de nuestra región y la media española, se ha incrementado desde 1982.

Esto ocurre después de 30 años ininterrumpidos de gobierno del PSOE. Los mismos que llevamos soportando su discurso triunfalista que demoniza a todo aquel que se atreve a poner en duda su política de despilfarro de los ingentes recursos que han llegado a Extremadura, procedentes, tanto del Gobierno central, como de la Unión Europea y que no han sido utilizados para crear tejido industrial fuerte y de tecnología suficiente para poder fabricar, de forma competitiva, bienes de consumo y aprovechar todas las posibilidades de explotación de nuestras materias primas. Más bien se han invertido en crear una amplia franja electoral económicamente dependiente de la Administración, y sin capacidad crítica, que les garantiza su permanencia en el poder.

Extremadura es la región de España con más empleados públicos en relación a la población; más de 91.000, o sea, el 22% de las personas que trabajan. Pero ese porcentaje de empleados públicos, insólito en la Europa desarrollada, no repercute ni en una mejor calidad de los servicios que se prestan al ciudadano, ni en una Administración con capacidad de impulsar el desarrollo y el bienestar de la sociedad. Por el contrario, la calidad de esos servicios, desde la sanidad hasta la enseñanza, pasando por la justicia y la seguridad, es tan deficiente como en cualquier otra región. Y la enorme, ineficaz e improductiva burocracia, instalada en todas las Administraciones, pero de forma especial en la autonómica, constituye un verdadero obstáculo para el desarrollo de la región. La labor de desactivación y desánimo de las iniciativas empresariales, con la imposición de toda clase de trabas y requisitos, la mayoría de las veces innecesarios, la demora, muchas veces obscena, en la resolución de expedientes, o en la concesión de autorizaciones, hace que muchas ilusiones de autónomos y pequeños empresarios, verdaderos motores de nuestra economía, se vean malogradas por una maquinaria administrativa lenta, anacrónica y prepotente, cuyos miembros se saben impunes, tanto por la desidia de muchos responsables políticos, como por un blindaje legal que les hace intocables.

El desarrollo industrial de Extremadura pasa por un cambio de las relaciones de poder político en la región, lo que significa romper el bipartidismo y las mayorías absolutas, Necesitamos la nueva sabia y el empuje que pueden aportar partidos emergentes como UPyD, que entiendan la política económica como un instrumento para alcanzar el desarrollo y el bienestar, no como un mecanismo de dominio social para perpetuarse en el poder. Necesitamos políticos que defiendan una ciudadanía libre e independiente, cuyos recursos económicos no dependa de su fidelidad a la clase política dominante. Necesitamos una Administración Pública moderna, ágil y competitiva, que estimule las capacidades de los empresarios y de los autónomos para generar riqueza y trabajo. Una Administración a la que se vea como una aliada de la sociedad civil y no como un ente ajeno y amenazante, que se retroalimenta y que se concibe como un fin en sí mismo y no como un instrumento al servicio de la sociedad.

Necesitamos, en fin, un cambio político que nos permita ilusionarnos lo suficiente como para construir un futuro para Extremadura.