XNxo dejo de sorprenderme al conocer muchos detalles curiosos de la historia de Extremadura que generalmente permanecen desconocidos, reservados sólo a los reducidos círculos de investigadores y eruditos. Este año, precisamente, mis indagaciones me llevaban a un significativo acontecimiento del siglo XVI que debió de ser sonado en la época, y que, sin embargo, pasó pronto al olvido. Me refiero a la gran campaña militar contra el turco emprendida por Felipe II al comienzo de su reinado, en 1559, en la cual participaron numerosos extremeños bajo el mando del general cacereño don Alvaro de Sande. Tal vez por terminar esta empresa bélica en una estrepitosa derrota o por la posterior resonancia de la victoria de Lepanto, el acontecimiento fue velado por el paso del tiempo y hoy apenas se recuerda.

Don Alvaro de Sande participó en numerosas campañas guerreras y estuvo presente en los más resonantes triunfos del ejército imperial: la victoriosa jornada del Emperador en Túnez en 1535, en la conquista de Duren y Rocremond en 1543, en Lanbrecy en 1544 y en la gran batalla de Mulhberg en 1549, donde obtuvo Sande un éxito militar importante al apresar los hombres de su tercio "extremeños muchos de ellos" al derrotado duque Mauricio de Sajonia, jefe de los protestantes. Concluidas las campañas en Alemania, don Alvaro pasó a Italia, permaneciendo en los tercios del milanesado hasta las paces asentadas entre España y Francia en 1569, reinando ya Felipe II y muerto Carlos V.

A pesar de haber cumplido ya los 70 años (nació en 1489, según consta en los libros de bautismo de la parroquia de San Mateo de Cáceres), Sande se entregó con denodado esfuerzo a la empresa de liberar el Mediterráneo de piratas turcos. Tuvieron que arrostrar este veterano militar y sus soldados todo tipo de dificultades, viajes por mar, tempestades, enfermedades, hambre, sed y calor, antes de sufrir la derrota del castillo de los Gelves. Fue hecho cautivo Sande por los turcos después del desastre y llevado a Constantinopla. Estuvo prisionero en la torre del mar Negro, hasta que fue rescatado por fin en 1565, después de cinco años de gestiones al más alto nivel, hechas por el rey de Francia y el ya emperador don Fernando, antiguo rey de los romanos. Se pagaron 60.000 mil escudos de oro y quedó al fin libre para regresar a sus oficios y propiedad. Su última gran empresa fue en 1565, recién liberado, yendo en socorro de la isla de Malta, cuando, según la cronología de su vida era ya un anciano. Felipe II premió sus servicios concediéndole el señorío de Valdefuentes y el título de marqués de la Piovera. En 1571 ostenta el cargo de gobernador de Milán; lugar donde murió en 1573.

Sobrino de don Alvaro era el capitán Jerónimo de Sande, nacido como él en Cáceres y bautizado en San Mateo. Llevaba la responsabilidad de levantar, armar y adiestrar a los reclutas que formarían parte del tercio de su tío. En 1958, con poco menos de 30 años, este intrépido militar partió de Cáceres llevándose a un buen número de hombres consigo, entre los que estaban otro sobrino de don Alvaro, llamado también Alvaro de Sande, y los nobles cacereños Per Alvarez Golfín, Juan de Ovando, Martín de Ulloa, Alonso de Escobar, Diego de Paredes, Jerónimo de la Cerda, Alonso Sánchez de Paredes y otros muchos, los cuales perecieron todos en los Gelves.

En un documento que se conserva en el Archivo de Simancas, escrito por don Alvaro de Sande, en el que relata el fatídico desenlace de la jornada de los Gelves, el general cuenta cómo fue allí herido en una mano "he matáronme delante de los ojos al capitán don Hierónimo de Sande, mi sobrino, ¨ otros amigos e muchas personas muy queridas".

*Escritor