Las redes sociales se han convertido en los últimos tiempos en una suerte de termómetro para tratar de conocer el sentir de la opinión pública. Los medios de comunicación las siguen, las organizaciones las usan como canal de difusión y muchos políticos la han convertido en una especie de foro abierto de debate. Por ejemplo, el presidente de la Junta de Extremadura Guillermo Fernández Vara.

«Tenemos una gran oportunidad delante de nosotros para lograr una democracia mejor. El uso de las redes sociales para debatir y construir ganará la batalla», ha escrito en su perfil de Facebook.

No sé muy bien a qué batalla se pueda referir pero, al igual que ocurre con los mercurios digitales, hay que tener en cuenta que sobre las redes recae la sospecha de que aún no tengan la misma fiabilidad que los instrumentos tradicionales. Se está creando una sensación de ‘Facebookracia’ que no es real.

Ocurrió con la Primavera Árabe, durante la cual los medios sobreexpusieron la importancia de Facebook y Twitter y cuyo papel en realidad fue secundario, según han demostrado diferentes investigaciones. Igual que ha pasado hace poco con la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, poco popular en las redes pero ganador en el sufragio, pues también se ha probado que los votantes conservadores tienen una menor tendencia a defender su ideología abiertamente.

Volviendo a la región, el último vídeo del presidente extremeño, en el que plantea la posibilidad de regular las denominadas gasolineras low cost cuenta con más de 500 comentarios. La intención de tener una comunicación directa con la ciudadanía es de aplaudir y abre una nueva ventana de intercambio, pero sabrán los políticos que por este medio todavía el espectro es muy limitado: quedan fuera los que deciden no dar su opinión, los que no siguen el perfil del político, los que no usan las redes y los que ni siquiera usan internet -estos últimos principalmente por razones de edad o económicas, la llamada brecha digital que en Extremadura, a la cola en la tasa de penetración de internet (63,6% en 2015), es de las más altas del país-.

En un par de generaciones puede que las redes sí se conviertan en un canal principal para la democracia. A día de hoy las ideas se reflejan en las urnas y en la calle. * Profesora.