Una falacia es un razonamiento falso que parece válido pero no lo es, enmascarado con verdades incuestionables que camuflan la falsedad del razonamiento. Hay verdaderos artistas de la falacia y muchas variedades. Por regla general es la filosofía la que estudia la falacia en sí misma, pero no por ello otras disciplinas también se interesan por tan particular modo de engaño. Están las falacias no formales: ad ignorantiam, ad verecundiam, ad consequentiam, generalización apresurada, del hombre de paja, post hoc ergo propter hoc y ad hominem. Luego están las formales: negación del antecedente, afirmación del consecuente y término medio no distribuido.

Una encuesta reciente para saber el grado de satisfacción con los deberes escolares demuestra que más del 70% de los alumnos entre Primaria y Secundaria quieren que se les mande deberes, más de la mitad de los padres y madres también y cerca del 80% del profesorado lo consideran positivos. Ahora pasemos a las falacias fruto de los resultados obvios: «decenas de estudios y pedagogos afirman que los deberes no sirven…», «Los deberes aumentan la desigualdad social…» o los deberes causan «rechazo y estrés».

Falacia por generalización apresurada, es decir, no fundamentada en datos suficientes pues puede haber decenas o cientos de estudios que digan lo contrario, falacia ad ignorantiam, se da por veraz una idea pues no se puede demostrar que es falsa, pues la ausencia de deberes no causa equidad o igualdad, y además es indemostrable, falacia ad verecundiam, vinculando la veracidad a la autoridad quien la defiende, en este caso pedagogos, como si eso proporcionara la verdad absoluta, pero obviando el resto de profesionales que argumentan lo contrario, incluidos otros pedagogos.

Por regla general se suele descubrir una falacia utilizando la negación del antecedente y cambiando la afirmación por la negación, «si hay deberes, hay estrés y rechazo», es decir, «si no hay deberes no hay estrés ni rechazo a la escuela», que en este caso habría que ser sumada a la falacia ad hominem, negar la veracidad de la encuesta resaltando las características negativas que un hipotético malestar causaría por exceso.

En fin, permítanme un razonamiento falaz: lo que es, es y lo que no es, no es, por mucho que a alguno le moleste la evidencia.