La falacia lógica del falso dilema involucra una situación en la que se presentan dos puntos de vista como las únicas opciones posibles, cuando en realidad existen una o más opciones alternativas que no han sido consideradas. La pregunta que se planteó el 1-O: «¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de república (o una comunidad autónoma)?», es, pues, un falso dilema, una falacia, y no accidental sino deliberada. Parece que el presidente Quim Torra apuesta por crear otro 1-O para «hacer efectiva la república que no se aplicó pese a la declaración, por la vía unilateral, del Parlamento del 27-O». En este caso, estamos hablando de una aporía, razonamiento en el cual surgen contradicciones o paradojas irresolubles, pues si alguna consecuencia innegable tuvo el 1-O fue, precisamente, dejar sentado que la vía unilateral no podía hacernos avanzar. O, todavía más, se podría decir que (figura lógica llamada antítesis) lo que hizo fue hacernos retroceder, pues en vez de una república volvimos a una situación preautonómica con motivo de la aplicación del artículo 155 de la Constitución española. La propuesta de instaurar el 1-O como fiesta nacional de Cataluña es otra forma de falacia: pretender «darnos gato por liebre».