Anda circulando en las redes sociales un anuncio algo bobalicón que trata con supuesta ironía el nada divertido asunto de la conciliación familiar, o mejor dicho, de la ausencia de ella. Varias mujeres cenan en un restaurante y piden platos como no quiero tener hijos y me da igual, hoy la baña su padre y no pasa nada, o soy directora general y qué, o algo parecido. Todo bajo el amparo de una conocida marca de pavo en lonchas que ha asociado el buenismo y el humor a sus campañas, a ver si acaso dejamos de pensar en las cenas de hospital cada vez que nos llevamos uno de sus productos a la boca. Cada empresa es libre de asociar su marca a lo que quiera, que ya iremos los consumidores como borregos a seguir los pasos del rebaño, pero hay veces en que el mensaje molesta más que convence, lo que no creo que sea el objetivo. En un país en que la población envejece a marchas forzadas y la tasa de natalidad ha caído bajo mínimos, un anuncio de pavo no es lo que se necesita, sino una campaña institucional en toda regla. Y leyes que protejan a las mujeres embarazadas, permisos en toda regla, y más guarderías públicas, y no el paternalismo estúpido en que vivimos ahora. Nos bombardean desde los medios de comunicación con la maravilla de ser madre pasados los cuarenta, cuando cualquiera sabe que estamos asistiendo a una locura. Se llama egoístas a las mujeres que no tienen hijos, o se critica que lo hagan tarde, pero nadie se pregunta si en la España de hoy la verdadera insensatez no es traer criaturas al mundo. A ver quién es la lista que después de tres meses de baja puede incorporarse a un mundo feroz devoratiempo. Niños que no nacen porque no hay dinero, niños que sí lo hacen pero pasan el tiempo entre abuelos, cuidadores o actividades extraescolares hasta que caen rendidos. Madres que vuelven agotadas y tienen que pensar en qué se come al día siguiente. Además, hay que estar perfecta y para ello, nada mejor que irse a cenar con las amigas y ponerse a morir de pavo en lonchas. Pues no, qué tontería. La conciliación es un problema de estado, alarmante y perentorio, y la ansiedad de llegar tarde a casa y no ver a tus hijos no se cura saboreando algo tan frío. A falta de leyes que protejan a las mujeres trabajadoras, no nos pongan a régimen encima.