Escritor

Como ya se sabe, Miguel Celdrán, cuando saluda siempre hace un canto a la familia, y más concretamente a la Sagrada Familia, y lo hace campechanamente:

--¡Hola familia, adiós familia, suerte familia...!

Cuando se despide. Lo hace con el mismo estilo, de hombre educado en los maristas de Badajoz. Entonces suele decir:

--Hasta luego familia...

Bueno, pues se ha hecho célebre poniendo siempre la familia por delante. Pero lo que son los cuervos, que como se sabe los crías y te sacan los ojos. Estaba ya José Antonio Monago sobre la cuestión:

--Los nombres son estos y estos, con Miguel el primero, como Dios manda. Las monjas de clausura esperarán un año más.

Y en esto, llega una malhadada ejecutiva, y aquello ha sido de Carod y medio. Cuando además estaba Rajoy presumiendo de un partido que es granítico. Pero no contaban con Acedo y sus ilusiones. También las tengo yo, decía Floriano a los medios de comunicación. Todos son hijos de Dios, o eran antes de entrar en la ejecutiva, pero es que Monterde, ha dicho basta. Tienen a Monterde con las cuentas bastante cabreado, y ha dicho basta, ¡basta!, ¡bastaaaaaaaaa...! Y más después del juramento ante la virgen de la Soledad de Celdrán:

--¡Juro delante de la virgen de la Soledad, no marcharme nunca de su lado.

--Ah, y ahora te quieres ir con la Paloma.

Esta ha sido la contestación de Monterde:

--Dejándome todo empantanado con el tomate de las recalificaciones. Yo tengo un alma, y quiero poder seguir teniendo una vida espiritual plena.

Nunca nadie había visto así a Monterde. ¿Pero de qué habla...? Se ha vuelto loco, mascullaba, el Rubio...

Todos, todos tienen ilusiones...