Se cumplen 200 años del 2 de Mayo de 1808, descritos con maestría y lenguaje llano en al novela de Arturo Pérez Reverte Un día de cólera .

Estamos ante una de las páginas más gloriosas de nuestra Historia, sobre todo teniendo en cuenta la desigualdad de medios de combate empleados: cuchillos, tijeras y navajas de los patriotas enfurecidos, contra fusiles, espadas y cañones del invasor francés. Sin duda, un nuevo ejemplo de David contra Goliath.

Pues bien, a veces los acontecimientos vitales llevan al ser humano a su pesar, a adoptar una postura belicista contra la opresión, la injusticia o la humillación, venga de quien venga. Me refiero a lo acontecido con nuestros familiares opositores de la especialidad de Francés que llevan no uno, sino muchos días en colère , especialmente tras los graves sucesos ocurridos durante las pruebas celebradas en Cáceres (junio-julio de 2008).

Esta particular batalla que estamos todos librando, es también, como en el ejemplo napoleónico, un sistema antagónico:

1.--Opositores encolerizados, inflamados por el furor de la injusticia cometida, heridos en su amor propio, en su orgullo intelectual, contra la frialdad de una máquina administrativa, que sólo los ve como simples números y que ni se digna en contestar.

2.--La humildad, indefensión y honradez de unos trabajadores (la mayoría con familia e hijos) frente a la arrogancia de unos tribunales absolutos que no dudan en pisotearles y despreciarles con sus notas. No se merecían esto, ni como personas ni como licenciados especialistas.

3.--La enormidad del poder de la administración (con sus excelentes equipos de abogados, de consejeros...) dirigida contra unos individuos casi indefensos (sólo han recibido el apoyo expreso básicamente del sindicato PIDE) que pese a todo, han sabido organizarse y luchar.

Por eso, frente al trágala de los tribunales y de la administración, nosotros exigimos, como ciudadanos con derechos: la libertad, la transparencia y la justicia (revisión de todas las pruebas).

Si un día de mayo bastó para sublevar a un pueblo, también una injusticia cometida en julio basta para poner en colère (en pie de guerra) a todo un sufrido colectivo. Si tampoco parecía haber esperanza en aquella ocasión, entonces, "¿De qué serviría batirse, para qué luchar?". Esta pregunta se la hacía el capitán Daoíz, uno de los héroes de aquel día. Pero a continuación él mismo no dudaba en responderse: "Por el honor, por ejemplo".

¡Ojalá!, que al final la administración y los tribunales, en un acto de sinceridad y honestidad reconozcan, al menos, como lo hizo el mismísimo Napoleón que "los españoles (opositores) en masa se condujeron como un hombre de honor". Esto ya sería una victoria .Manuel Chamorro Tamurejo **Correo electrónico