TLta raya de la suerte está en el 70%. Por debajo de ese nivel de participación en las elecciones generales se intuye una catástrofe para José Luis Rodríguez Zapatero : la pérdida del poder. Ese parámetro tiene una excepción en Madrid y en la Comunidad valenciana, donde la abstención no es determinante para el resultado, porque incluso una participación masiva podría ser favorable al PP.

El nuevo universo mediático del Gobierno empieza a recalcar la responsabilidad de acudir a las urnas para evitar la victoria de la derecha. Seguimos en la enunciación de proposiciones negativas: no se trata tanto de la victoria propia como de evitar la ajena. La bipolaridad está servida en un firmamento que no admite matices: o estás conmigo o contra mí. El Gobierno y el PP prometen una campaña en la que el miedo a las consecuencias de la victoria del adversario sea el factor determinante de la llamada a las urnas. Nadie convence: solo se amenaza con el contrincante. Para Rodríguez Zapatero, Eduardo Zaplana y Angel Acebes , esa es su principal garantía de éxito. Mientras tanto, el PP, que podría disponer de los valores en alza que suponen Alberto Ruiz Gallardón y Rodrigo Rato , prefiere hundirse que renovarse.

En el aire quedan incógnitas por despejar y algunos lamentos socialistas que se arrepienten de que las elecciones no se hayan adelantado: seis meses dan para muchas sorpresas. En política empieza a ocurrir como en los mercados financieros: no importa tanto el estado real de las cosas como los climas emocionales. Y en España se está calentando el paisaje, tal vez para que las catástrofes empiecen a dibujarse en el horizonte.

El presidente del Gobierno se ha apresurado a cerrar la amenaza de Ibarretxe con una firmeza inusual, pero los nacionalismos de ERC, Convergència Democràtica de Catalunya y el sector soberanista del PNV prometen tensionar la vida política como mecanismo de calentamiento electoral. Un escenario que conviene a las tesis catastrofistas del PP y debilita al Gobierno. Nos esperan seis meses agotadores en los que la principal incógnita es la participación.