Director del Gabinete de Iniciativas Transfronterizas

Yo sigo diciendo "el Extremadura ", me cuesta acostumbrarme a ese inteligente genérico que hace de éste "el periódico" por antonomasia.

El que es lector de prensa por obligación, como es mi caso, no sabe si cuando cese la causa de la obligación y aparezca la devoción se enfrentará al paisaje verdinegro del Extremadura con la misma disposición de ánimo. Ya os contaré. Pero por el momento este periódico tiene para mí dos virtudes fundamentales.

La primera puede parecer caprichosa, pero se asienta en la vieja opción entre la justicia y la madre que se planteaba Camus; yo también elijo a mi madre, es decir, que le tengo cariño al Extremadura porque en sus páginas escriben mis amigos. Hasta tal punto es así que sé de ellos muchas veces más por vosotros que directamente. Como les leo, ya ni les llamo. Si no les prestáseis esos espacios, esta vida enloquecida los alejaría de mí. Esta función de terapia de grupo es altamente benemérita y poco reconocida.

Y luego, seriedad ahora, porque es el único medio escrito que permite a cualquier extremeño saber de cualquier otro; que los de Coria sepan qué pasa en Azuaga y los de Olivenza en Guadalupe. Es, por tanto, un periódico regional en sentido estricto, ahora que abunda esa visión de lo regional como la suma inarticulada de las diversidades locales. Y además porque no huye de la política como de la peste.

La verdad es que está uno un poco cansado de que tantos perros muerdan a tantos niños en tantos pueblos. Si al menos fueran concejales mordiendo a periodistas. Felicidades, abuelo.