El dios de las pequeñas cosas nos está diciendo que la crisis económica es algo más que la última estadística de la Oficina de Empleo. En Málaga han celebrado estos días su fiesta grande y el gremio de hosteleros ha echado cuentas. Ha sido multitud la gente que se ha dejado ver por la feria, pero ha gastado un 25% menos que el año pasado. El dato es revelador. El personal ha interiorizado la idea de la crisis y ahorrar -o plantear el ahorro como solución primaria ante la incertidumbre-, se convierte en un acto reflejo. Del ámbito familiar al empresarial, tengo para mi que antes de fin de año ese mismo acto reflejo lo veremos convertido en planes de revisión de plantillas, en despidos pactados, en jubilaciones anticipadas, cuando no en cierre de empresas. En resumen: en un otoño y un invierno muy alejado del panorama rosa que pintaba el candidato a la Presidencia del Gobierno por el PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero , hace ahora medio año.

Revisar lo que decía Zapatero en el mes de marzo sobre cómo estaba la economía española y cómo iba a evolucionar, por decirlo en corto: ruboriza. Según él, España crecía por encima del resto de los países de la Unión Europea, jugábamos en la "Champions League" de las economías mundiales, habíamos adelantado a Italia, íbamos hacia el pleno empleo... Al oírle hablar del crecimiento del PIB pensé que no distinguía entre crecimiento y bienestar, pero en plena campaña electoral nadie está para precisiones. Tampoco la oposición, como demostró cumplidamente Mariano Rajoy , dejándose llevar por la presión mediática radiada y no llamando a Cristóbal Montoro para enfrentarse a Pedro Solbes optando por empujar a Manuel Pizarro al plató del debate en el que el PP empezó a perder las elecciones. En fin, seis meses después, la inflación se ha disparado, la construcción se ha paralizado, ochocientas mil viviendas nuevas buscan comprador, algunas cajas de ahorros están con el agua al cuello -empantanadas por haberse metido en operaciones inmobiliarias de mucho riesgo- y miles de ciudadanos viven angustiados por hipotecas que no pueden pagar. Por no hablar de los dos millones de parados. Aún así, el presidente es optimista. Todavía no ha reconocido la crisis como tal. Está claro que a él no le afecta. Qué gran verdad aquella que dice que cada uno cuenta la feria según le va en ella.

*Periodista