Con su tercer puesto en el Gran Premio de Malasia de Fórmula Uno, Fernando Alonso se ha convertido en el nuevo ídolo del deporte español, ilusionado con la posibilidad de contar algún día con su primer campeón del mundo en esta disciplina.

Además de entusiasmar en la pista, este asturiano de 21 años, que el domingo en el circuito de Sepang avisó sobre sus posibilidades de codearse con los más grandes pilotos, encandila por su talante modesto, forjado en la austeridad y las exigencias de su etapa en el kárting.

El 4 de marzo de 2001, 15 años después de subirse por primera vez a un kart, modalidad en la que llegó a proclamarse campeón del mundo, debutó en Fórmula 1 en el Gran Premio de Australia como piloto de Minardi, equipo que le cedió a Renault tras una sola temporada en la Fórmula 3.000, donde se ganó la fama de ser un genio del volante.

Con sólo 19 años y sin patrocinadores que aportar al equipo, Alonso irrumpió en la Fórmula 1 con un coche sin opciones al que pilotaba con la misma frialdad que demuestra hoy en la pista.

La afición al deporte del motor de su padre, José Luis Alonso --trabajador de una fábrica de explosivos--, le permitió disfrutar de su primer kart, construido por él mismo, con el que se inició en esta especialidad que llegó a ser su vida, al final, la vida de ambos.