WEwn noviembre del 2003, los entonces presidentes de España y Portugal, José María Aznar y José Manuel Durao Barroso , se comprometieron en Figueira de Foz a que las dos capitales ibéricas estarían enlazadas por el AVE en el 2010. Este compromiso fue renovado en Santiago, en la siguiente cumbre ibérica y también por los actuales presidentes, José Sócrates y José Luis Rodríguez Zapatero . Sin embargo, salvo las declaraciones solemnes, todos los datos que han ido apareciendo sobre el AVE han ido en dirección contraria al primer compromiso. Primero fue Portugal, que dijo que no tenía posibilidades de cumplir el plazo fijado y lo pospuso al 2013 o 2015; después fue España, que está situada en la contradicción entre las palabras --no han pasado ni quince días de la última declaración solemne sobre la promesa del 2010-- y los hechos --los Presupuestos del Estado contemplan obras que no acabarán antes del 2011--; y ahora nuevamente Portugal, que reduce las inversiones para los estudios del AVE; sólo prevé obras hasta el 2009 en su línea interior, entre Lisboa y Oporto, y además no ve clara que la línea internacional sea rentable. Demasiados datos como para no pensar que aquel acuerdo que se alumbró en Figueira da Foz está enterrado.