TEtl fin de agosto es tiempo de nostalgia. Nostalgia de lo próximo, de los días de sol y holganza, familia y tertulia, espuma y arena, risas, cariño y paseos vespertinos. Largas conversaciones que se repiten de año en año y alimentan el deseo de volver cuando estamos lejos. Nostalgia de lo lejano, recuerdos de aquellos días sin patas de gallo donde todo era siempre lo mismo pero la rutina no mordía, cuando la ilusión despertaba cada mañana sin esconder detrás, agazapada y silenciosa, la melancolía de lo perdido.

Cuando una crece y se aproxima más el invierno que el otoño, se reitera cada día, --para sobreponerse, sin duda pero además porque es verdad grande-- que todo es presente, que el pasado pasó y que nunca vuelve. Pero ese pasado, aunque guarde en sí la carga onerosa de muchas penas, es también el barro del que estamos hechos y nos alimenta con todos sus recuerdos felices y los que no lo son tanto. Cada fin de agosto se renueva el mismo dolorcillo acongojado entre pecho y espalda, que no se sabe si es angustia, melancolía o pereza. Mientras se planea la vuelta, mientras se reciben ya correos que hablan de la labor venidera, se consultan horarios y se planifica, sin querer poner la mente del todo, el inmediato y también eterno retorno del porvenir más inminente. Aguardan exámenes, evaluaciones, programaciones, aulas, alumnos veteranos y nuevos. Y como siempre, también como cada fin de agosto, junto al fastidio por el ocio ya perdido y la gratitud por haber podido disfrutar del él, asoma la ilusión de un curso por estrenar. Nuevas experiencias, retos renacidos, reencuentro con compañeros y amigos, tacto de libros, olor a vida joven, a esperanza a tantas actividades por hacer, cultura, actividad necesaria y salvadora. Todo lo que pese a la edad permite mantener una ilusión por la labor necesaria y hasta urgente.

Septiembre aguarda con su encanto otoñal, dorado y verde encina. Casi sin darnos cuenta, pasará el calor y volverán las lluvias, con gente por conocer proyectos por emprender. Hermoso material del que está hecha la vida.