Sólo el pase de la selección española de fútbol a las semifinales de la Eurocopa privó a Rajoy este lunes de reinar en las portadas de los periódicos, tras el triunfo de España sobre Italia y del susodicho sobre quienes, en singular componenda antimarianista, le han amargado la vida durante los últimos cien días.

Aunque a Rajoy no le ha importado ceder esa preferencia informativa, con toda seguridad, es justo y necesario dedicar un turno a ese congreso nacional del PP que ha supuesto básicamente tres cosas: un golpe de timón en el PP, la muerte del aznarismo y el reforzamiento de Mariano Rajoy dentro de su partido.

La clave del volantazo del líder, que afecta al discurso y a las personas, es de naturaleza reformista y apunta hacia el centro político como el objetivo de ampliar la base electoral del PP. Respecto a la muerte del aznarismo, lo curioso es que quien ha firmado el acta de defunción ha sido el propio Aznar con sus desplantes a Rajoy durante la celebración del congreso. Y, en fin, quien ha firmado el reforzamiento de Rajoy ha sido un 84% de los compromisarios, muy alejado del búlgaro 99,5% obtenido por Aznar en el congreso de 2002.

Lo dicho. El empeño del expresidente del Gobierno en marcar distancias con Rajoy, con veladas críticas al liderazgo de éste, han contribuido decisivamente a remarcar la voluntad de apertura expresada por Rajoy en el congreso de Valencia. El ahora empleado de Rupert Murdoch , en fin, le ha hecho el trabajo a su sucesor en la presidencia del PP.

Ya el domingo, en el discurso de clausura, Rajoy largó un sartenazo al bajo vientre de Aznar: "A mí me habéis elegido vosotros, no una multinacional", dijo, por si había dudas sobre el cordón sanitario que quiere aplicar a lo que queda del aznarismo. Con cuatro años de retraso lo hace Rajoy, pero nunca es tarde si la dicha es buena.

En clave interna es, a mi juicio, lo más relevante del congreso nacional del PP, clausurado el domingo a mediodía. En el terreno de las reglas del juego, los nuevos estatutos del partido contemplan la posibilidad de celebrar elecciones primarias internas, que en realidad viene a ser una variante del actual sistema de avales (los compromisarios irán al congreso con el voto predeterminado para uno de los candidatos en liza), que tendrá que trabajarse el propio candidato en régimen de transparencia y neutralidad del aparato oficial del partido.

De este modo, Rajoy blanquea las aspiraciones de Aguirre o quien en 2012 aun crea con Rajoy el PP no ganará las próximas generales.

*Periodista.