La relación de conveniencia fraguada entre el PSOE y el PP, o más bien entre Vara y Monago, desde el inicio de la legislatura por aquello de la responsabilidad de gobierno y la lealtad institucional se ha ido al garete esta semana. Se han acabado las abstenciones populares en el Parlamento regional e iban tres en esta legislatura: una en la investidura y otras dos en los primeros presupuestos; y ha concluido el buen rollo que tan buenos resultados reportaba al PSOE para gobernar en minoría y también al PP para ocupar la primera fila de la actualidad política habiendo salido del gobierno y estar relegado a la oposición sin ningún protagonismo.

El espaldarazo del presidente extremeño a su líder en el Ayuntamiento de Badajoz, Ricardo Cabezas, tiene una trascendencia política que va más allá del apoyo explícito a una hipotética moción de censura, la cual, por otra parte, tiene pocas posibilidades de salir adelante, por no decir ninguna, si no cuenta como se ha constatado con el apoyo explícito de Ciudadanos y en concreto de su portavoz municipal, Luis García Borruel.

Los políticos en general practican aquello de que ‘te echo un cable, pero no me toques las narices’. Y lo de Badajoz ha sido para el PP regional un pisotón en toda regla, removerle el gallinero al alcalde de su principal plaza cuando las gallinas andaban ya de por sí revueltas. Vara lo sabe y también lo sabía cuando callaba la semana pasada a pesar de que la dirección del PSOE ya había anunciado que permitía los contactos de su líder municipal con el resto de fuerzas políticas de la oposición. Pero la confirmación de Vara era más trascendental, suponía romper esa especie de pacto de no agresión no escrito que el PP entendía que se había establecido tras su apoyo a la acción del gobierno socialista.

El presidente extremeño dijo el lunes que estaba de acuerdo con lo que se estaba haciendo en Badajoz, que no se daba la estabilidad adecuada y que adelante. Y abrió la caja de los truenos. En primer lugar apostó por su líder municipal, lo que hasta ahora no ocurría. En Badajoz existe esa dicotomía que se da en el PSOE de algunas ciudades donde el candidato le ganó las primarias al secretario local. Digamos que Ricardo Cabezas no forma parte del aparato y, en consecuencia, venía a ser una especie de verso suelto que iba por libre y en contra del partido comandado por Celestino Vegas. Ahora esta circunstancia cambia, en este momento Cabezas cuenta con el respaldo de quien manda en el partido, aunque ello signifique enfrentarse con terceros.

En segundo lugar, rompió el cauce de entendimiento abierto con el PP y Monago, el cual, dicho de paso, le incomodaba sobre manera. Es cierto que en el seno del PSOE, de un tiempo a esta parte, andaba la militancia con el ceño fruncido. Ese apoyo de Vara en pro de la abstención de Rajoy a nivel nacional por responsabilidad para con España o esas fotos con Monago tras pactar los presupuestos en la Asamblea, rechinaban como un fraile en carnaval. En consecuencia, la ruptura de Vara con el PP viene a poner las cosas en su sitio y a calmar los ánimos internos aunque ello lleve implícito abrir una pugna antes de tiempo. Pero con la legislatura encarrilada y dos presupuestos ya aprobados, se puede prorrogar el tercero y el siguiente son las elecciones. Monago ya no es tan necesario, y entrados en la carrera por los comicios autonómicos lo mejor es soltar lastre.

El caso es que en esta pelea no sólo sale reforzado Cabezas, que se gana la titularidad en el campo, sino el propio Fragoso. El acto de apoyo celebrado ayer por el PP en Badajoz con todos los primeros espadas del partido incluido el coordinador general del PP nacional, Fernando Martínez Maillo, son un reconocimiento explícito a su persona y vienen a decir que el PP está con él frente al hipotético tripartito que pretendía suplantarlo.

El PP extremeño sabe de la importancia de esta plaza y es consciente de que lograr un buen o mal resultado en esta ciudad supone ganar o perder unas elecciones a nivel autonómico. De ahí el empeño de Vara y de ahí también la defensa con uñas y dientes de Monago, aunque ello tenga consecuencias políticas en otros niveles, que las habrá y mucho.

Estén atentos, queridos lectores, que encima el PP celebra en quince días su congreso regional y la militancia requiere de gasolina. La pugna acaba de empezar.