Todo se ha venido abajo. Once años en la élite del baloncesto nacional, con tardes de gloria para el deporte extremeño, del que ha sido durante los dos últimos lustros su principal referencia, se esfuman en un final de temporada que puede deparar incluso la desaparición del Cáceres CB. Todo el horizonte se presenta negro para el club. Si este fin de semana ha sido aciago en lo deportivo, no menos sobresaltos están por llegar de aquí a final de temporada. La salida en la división de plata del basket español para la próxima temporada es todavía un espejismo.

Inmersos en una ampliación de capital que no convence a aficionados ni empresarios, a estas alturas no es ninguna revelación que el club pasa por su peor momento, con el mismo presidente al frente que en su día llevó al equipo a lo más alto. Pero las fuerzas y los apoyos ya no han sido los mismos. Ni siquiera la afluencia al pabellón. José María Bermejo, acostumbrado a pisar la moqueta del éxito, muerde ahora el polvo de un fracaso en toda su dimensión. Tiene razón cuando dice que él solamente es responsable de haberlo intentado. Pero en el camino se han quedado demasiadas promesas incumplidas. Humo. Todo ha sido humo. Y un mal sueño del que ahora, de mala manera y sin acabar de creérnoslo, despertamos.